A mediodía de ayer, con el incendio arrasando los barrancos de la Granadella y las sendas del Gurugú y la Teulería, los medios aéreos de extinción hacían descargas sin cesar. Pero no había forma de contener la virulencia de las llamas. El fuego, en el barraco y alimentado de mucha vegetación, alcanzaba gran temperatura. Además, el día salió muy caluroso. El agua de las descargas se evaporaba antes de llegar a las llamas. Y el incendio bajó hasta la cala y dejó un fuerte rastro de destrucción.