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El ladrillo se come el litoral de Alicante

El 62% de la superficie urbana de la provincia se concentra en la franja del litoral

El ladrillo se come el litoral de Alicante

El desaforado ritmo al que se construyó durante el «boom» del ladrillo bosqueja «un panorama catastrófico» en buena parte de la franja costera de la provincia de Alicante, especialmente hacia el sur de la capital y en el entorno del cabo de San Antonio. Así se desprende del estudio «Cambios de la ocupación del suelo en la costa», el cual desvela que el 62% de la superficie urbana de la provincia se concentra en la franja costera de 10 kilómetros y que el 56% de la primera línea, que engloba los primeros 500 metros, está completamente edificada.

Los dos grandes enclaves que más acusan los efectos devastadores de la construcción se concentran desde Alicante hasta el Pilar de la Horada y entre Dénia y la Serra Gelada. La desprotección de la costa es especialmente notable hacia el sur de la capital, donde «el único espacio significativo libre de edificios en 70 kilómetros son los 10 que ocupan las salinas de Santa Pola y las dunas y pinares de Guardamar del Segura». Desde Torrevieja, la costa forma un «continuo urbano» que llega a contactar con San Pedro del Pinatar, ya en la Región de Murcia.

Este desolador panorama se reproduce con exactitud milimétrica en la zona del Cabo de San Antonio, donde la difícil orografía del terreno no frenó la fiebre urbanizadora reinante entre 1987 y el 2011, que es la época que engloba el informe realizado por el Observatorio de la Sostenibilidad. Así, en su entorno, apenas quedan espacios litorales sin urbanizar: tres kilómetros entre Dénia y Xàbia, uno entre el Cabo de San Antonio y la urbanización Cumbre del Sol y seis kilómetros en las abruptas laderas de la Serra Gelada, a espaldas de Benidorm.

El resto de la línea de costa de la Comunidad Valenciana tampoco escapa a los efectos de la construcción. Según Raúl Esteve, analista del estudio, de seguir al mismo ritmo constructivo que entre 1987 y 2011, «período de máxima actividad», toda la costa valenciana pasaría a estar urbanizada en el año 2040. En este punto, es especialmente significativo el cambio experimentado en los 40 kilómetros de costa existentes entre Cullera y la provincia de Alicante. En 1987, solo 10 km de primera línea de costa estaban urbanizados; en 2010 esta cifra ascendió hasta los 37 kilómetros, casi la totalidad del litoral Cullera-Alicante.

Las tres provincias de la Comunidad superan hoy en día el 50 % de superficie urbanizada en la línea de costa, siendo Alicante y Valencia, junto a Málaga y Barcelona, las ciudades con la costa más congestionada de toda España. Desde 1987, el incremento de costa artificial roza el 45 %, registrando una media de 3,9 kilómetros de crecimiento al año. Así, de los 518 kilómetros totales de litoral de la Comunidad Valenciana en la franja de 500 metros, actualmente 307, casi el 60 %, están urbanizados. En este caso, el estudio realizado por Raúl Esteve prevé que la colmatación del litoral de la Comunidad se produzca en poco más de medio siglo.

Principales consecuencias

Una de las consecuencias de esta masiva urbanización es la pérdida de superficie agrícola y forestal. Esta merma se hace evidente al comprobar que en ninguna de las tres provincias los terrenos forestales y agrícolas juntos superan la extensión ocupada por suelo edificado. En el caso de Alicante, frente al 38 % de zonas agrícolas y forestales, las superficies artificiales ocupan ya más de un 60 %.

A pesar de que la zona interior de Valencia es más apta para el asentamiento según el estudio del Observatorio de Sostenibilidad y por ello muchas poblaciones se desarrollan en el interior de la provincia, la presión ejercida en el litoral es muy fuerte. En este sentido, la lucha de las empresas inmobiliarias por situarse líderes en el sector turístico se traduce en un proceso de urbanización que avanza cada vez más rápido.

Sin embargo, las aglomeraciones en estas zonas costeras pueden llegar a ser negativas para el sector turístico, ya que los turistas tienden a buscar destinos menos masificados.

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