Un río de agua corre por la calle Toledo mientras se escucha un murmullo festivo, atrayendo a curiosos y turistas, que siguiendo el rastro llegan a la plaza del Puente. Y allí, sorpresa, el remojón. Porque un centenar de vecinos tomaron este enclave recóndito del Casco Antiguo, debajo del Castillo y con el Torreón de la Pólvora como testigo, en una guerra del agua que duró más de una hora. Más de cinco litros gracias a una cuba de la empresa de limpieza más el agua de la fuente que cogían los niños en barreños, cubos y pistolas de plástico para empapar no sólo a los que iban en bañador y chanclas, también a todo el que se atrevía a pasar por allí. Con ellos, sus padres y demás familiares, algunos disfrazados con flotadores al grito de «Agua va!».

Se trata de uno de los actos más populares de las fiestas en honor a San Roque, copatrón de Alicante. Más de 20 años lleva celebrándose esta refrescante poalà a mitad de agosto en el marco de una celebración centenaria, una historia que reivindica la comisión de fiestas y que pocos conocen puesto que las pruebas documentales se perdieron y ha quedado su transmisión de padres a hijos. «Con el Raval Roig y alguna más, es una de las fiestas populares más antiguas de Alicante», explica el presidente de la comisión de fiestas, Enrique García Juan, en bañador y con un flotador.

Los actos culminarán esta tarde con la procesión de San Roque, a las 20 horas desde la ermita a hombros de costaleros, con el grupo de danza Cressol y dolçaina i tabal. Anoche hubo karaoke y el domingo actuó el cantaor Antón Moreno.