¿Qué destacaría del informe elaborado por el organismo que preside?
Sobre todo que el paro juvenil en la ciudad de Alicante no se distribuye de forma uniforme, por lo que no se puede actuar en una única dirección, cada zona tiene una casuística diferente. En la Zona Norte el problema es mucho más grave. También es significativo el estudio de género que revela que en el 80% de los barrios las jóvenes alicantinas sufren más el paro que los hombres de su misma edad.
¿Cómo ve la situación?
Los estudios se están alargando y no hay opciones laborales reales salvo las prácticas y los contratos en formación, que no conducen a una independencia real. Más del 90% de los contratos que les hacen a los jóvenes alicantinos son temporales. Eso significa que el joven no puede tener un proyecto real de vida, no sabe qué va a pasar el mes siguiente, es una precariedad absoluta. Además, Alicante es una zona donde casi todo el empleo está en el sector servicios, en administración, hostelería, comercio o construcción. Falta diversificación.
¿Se mueve algo en Alicante al respecto?
La anterior legislatura se aprobó el Plan de Empleo Juvenil por unanimidad de todos los grupos municipales pero supone un movimiento relativo. Se acordó que el Consejo de la Juventud hiciera un mapa de activos porque hay estudios cualitativos pero hacía falta uno cuantitativo para enfocar el plan antes de que arranque. Lo hicimos de octubre a diciembre con datos de fuentes oficiales (el resultado lo publica INFORMACIÓN en la página 4).
¿Qué le falta a ese Plan?
Lo que hay que hacer es coordinarlo de verdad con otras actuaciones que se llevan a cabo en la Comunidad Valenciana. Un Plan de Empleo Juvenil ha de ser una herramienta viva que se adapte a lo que pasa en la ciudad. Es bueno que se haga y que exista una coordinación. Pero casi la mitad de los jóvenes están en paro en Alicante y las medidas de fomento de empleo no van a la velocidad que deberían ir.
¿Y la Administración? ¿Qué debería hacer?
Las instituciones deben evitar la precariedad. Se fomentan muchísimo los contratos de formación, de transición con el empleo, y se eternizan. Hay que regular el tema de los becarios. No puede ser que las empresas tengan más becarios que trabajadores, y que sustituyan a unos por otros sin llegar a contratar nunca a nadie. Es trabajo precario, a veces ni remunerado. La Administración debe ejercer un mayor control para evitarlo y dar incentivos para que las empresas vean en los jóvenes una posible contratación. A día de hoy es más rentable hacer eso para una empresa. De este modo nunca contratarán a un joven de forma indefinida.
