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Alicante, de cara al público

El sector servicios es el único que ha generado empleo en la provincia durante la crisis

La provincia sólo prospera de cara al público

Alicante sirve, y mucho. Lo que parecería ser un slogan publicitario de la provincia es, en realidad, el escenario económico-laboral al que se abre Alicante, tras una década de transformación obligada por la intensa crisis sufrida a lo largo de casi una década. En este tiempo el potente sector de servicios se ha reforzado y diversificado. Es el único que ha sido capaz de generar empleo -más de 66.200 desde 2007-, frente al desplome de la construcción y la caída, aunque más moderada, en la industria y la agricultura. Un debilitamiento de la actividad y del mercado laboral que ha dejado en la época más dura de la crisis tasas provinciales de paro del 27,3% -2012- y del 56,8%, en el caso del colectivo de trabajadores más jóvenes, en 2014.

En su censo, los servicios suman ya 549.300 empleados, el 76,5% del total provincial, según la última Encuesta de Población Activa (EPA). Ha ganado puestos de trabajo y, además, de forma menos perceptible que las visibles actividades del comercio, los hoteles o la hostelería -muy vinculados al turismo-, este multidisciplinar sector ha ido «acogiendo» en su tejido empresarial y mano de obra nuevos negocios asociados al imperante tiempo tecnológico, entre otros.

Son las empresas de la denominada economía digital, que en la provincia ya suman un ramillete de más de 40, vinculadas a la Asociación de Jóvenes Empresarios de Alicante (Jovempa), «aunque en la provincia hay más. Y algunas son punteras. Estas empresas no sólo han contribuido a crear empleo interno, sino que sirven y servirán como plataforma y motor para que el resto de actividades más tradicionales aborden su necesaria transformación digital, con lo que crearán y mejorarán el empleo y sus servicios», pronostica Ángel Pineda, presidente de la comisión de economía digital en Jovempa y responsable, a su vez, de esta entidad en l'Alacantí.

Este nicho pujante de firmas tecnológicas emergentes-«startups»- en la provincia reclaman la atención de las administraciones para dar «visibilidad a una economía que existe y que puede ser el polo de atracción en Alicante de otras firmas multinacionales del sector para configurar un ecosistema tecnológico fuerte que mejoraría el servicio a las empresas y a la economía, en general», subraya Pineda.

De la industria al turismo

Con estas y otras actividades vinculadas a la atención o asistencia, no sólo al público, sino a las propias empresas (asesorías, consultoras, agencias...), la provincia se refuerza en los servicios. Incluso, ciudades etiquetadas como industriales por la implantación de sectores tradicionales como el calzado, el juguete o el textil, diversifican su abanico productivo y también comienzan a ganar terreno en el ámbito turístico y a abrirse a los negocios tecnológicos. Ya sea Elche, Villena, Elda o Alcoy, entre otras.

Sin embargo, eso no quiere decir que la industria tradicional haya perdido fuelle. «Las actividades que han sobrevivido a la crisis, se han consolidado, se han internacionalizado y han crecido en empleo», asegura Luis Rodríguez, presidente de la comisión de Industria de la Cámara de Comercio y secretario general de la patronal provincial del metal (Fempa). Sí admite el representante empresarial que en estos años de recesión, «ha habido cierres y pérdidas de industrias y empleo». Los datos de la EPA evidencian un retroceso de 35.300 ocupados en la provincia en la industria, que ahora cuenta con 101.900 trabajadores. En este sentido, el presidente en funciones de la patronal alicantina Coepa, Francisco Gómez, atribuía el bajón en la industria a la actividad auxiliar que se movía alrededor del sector del ladrillo durante el «boom». «Todos los negocios de fontanería, electricidad, aire acondicionado, la industria del mueble, de cocinas... tuvieron que cerrar con el ajuste del sector inmobiliario al estar muy vinculados a él», añadía Francisco Gómez. Era un colectivo importante, «del que también formaban los ferrallistas o instaladores, que tuvieron que cerrar», asegura Luis Rodríguez, quien, no obstante, avanza que ahora «la industria auxiliar de la construcción está viviendo un repunte con la reactivación de la edificación».

Si la provincia cuenta ahora con 58.500 trabajadores menos de los que tenía en 2007 (776.000 en el segundo trimestre), se debe, sin duda, al desplome de la construcción. El estallido de la burbuja inmobiliaria, después de años de una explosión de actividad, se ha dejado en el camino a más de 69.200 ocupados. De los 117.500 alicantinos que en el segundo trimestre de 2007 trabajaban en alguna de las miles de obras que se visibilizaban por toda la provincia, ahora sólo cuenta con 48.300, un 58,8% menos.

Repunte

De ser una de las locomotoras de la economía, junto al turismo, pasó a ser la «cenicienta» en la época de la crisis, aunque en los dos últimos años ha ido remontando. Justo en 2014 marcó su mínimo de ocupación, con 37.900 trabajadores, una cifra, que no obstante, supone un punto de inflexión en la caída libre que venía registrando. Un año después iniciaba una recuperación y ganaba casi 10.000 operarios.

Entonces, muchos de los que fueron despedidos por el cierre de las constructoras donde trabajaban encontraron refugio en otras actividades. «Se reubicaron en la hostelería, pero también en la agricultura. En la comarca de la Vega Baja se detectó de forma intensa ese trasvase», apuntaba el presidente en funciones de Coepa. Porque los servicios no podían absorber por sí solos «el deterioro del empleo de los otros sectores que se habían debilitado. Aunque sí ha compensado», añadía Francisco Gómez. «Si la hostelería -una de las actividades que más parados de la construcción acogió en la época de mayor contracción económica- hubiera sido el único refugio no habríamos llegado a los cinco millones de parados», exclamaba Javier del Castillo, presidente de la Asociación de Bares, Restaurantes y Cafeterías de Benidorm (Abreca).

Pero sí explica que más que absorber mano de obra de la actividad inmobiliaria, durante la crisis « lo que pasó es que muchos que antes trabajaban en hostelería y se fueron a trabajar a la construcción durante el "boom", volvieron por el ajuste inmobiliario», añade del Castillo. El temor, ahora, entre los hosteleros es que, cuando la actividad del ladrillo vuelva coger músculo, «vuelvan a irse». Aunque, de momento, están en plena campaña estival y la realidad que viven es que «desde Semana Santa ha crecido el empleo».

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