Se promocionaba como «el oasis de Europa» y de alguna manera es una reserva familiar. Elche tiene un nivel de renta alto para la provincia y un grado de implicación social también elevado: la vida en comunidad es importante en la ciudad y quizá por ello sea la gran ciudad de la provincia donde más familias hay, con una media de 2,7 miembros por hogar y donde menos vecinos viven solos, sólo un 23% -los retiros de costa como Benidorm o Torrevieja superan el 34%-. Tiene también la población más joven, con 40,2 años de media y la mayor proporción de niños: un 16,4% de los ilicitanos son menores de 14 años.

Elche es una ciudad con vida interior si se compara con las demás urbes. La abstención media en las elecciones municipales se mantiene en el 34%, la segunda mejor nota de participación de la provincia. Y su red de ocho museos le da una de las medias más altas en cuidado de la cultura local.

Pero, quizá por vivir hacia dentro, Elche se pierde a los visitantes. El atractivo que generan las playas parece incontestable y la ciudad, que ha mejorado notablemente su número de pernoctaciones anuales -entre 2014 y 2015 experimentó un incremento de más de 30.000-, sigue lejos de Alicante y de Benidorm. Otro aspecto negativo, quizá vinculado al mercado de trabajo industrial, es que la tasa de desempleo es la segunda más alta y el nivel formativo de la población, el segundo más bajo de Alicante.