La cruz había hecho gala de imponencia el sábado, pero la media luna no fue menos al mostrar su poderío en la tarde-noche de ayer. La Entrada Mora de San Blas asombró ayer con su espectacularidad a los asistentes, comenzando por la capitanía de la filà Negros Kabileños, que lució un impresionante boato que no escatimó en detalles. Escuadras, bandas de música, ballets y carrozas se sucedieron en un desfile que en buena medida tuvo aires africanos y que arrancó la ovación unánime del público.

Al igual que con la Entrada CristianaEntrada Cristiana, el Grupo de Percusión San Blas iba abriendo el paso. A continuación, varias personas portaban una plataforma con el escudo de la filà de capitanía, señal que marcaba el arranque del boato de los Negros Kabileños. La primera en aparecer era la abanderada, Anabel Rosas, cuyos saludos desde la carroza eran respondidos con aplausos desde el público e incluso desde los balcones de las primeras alturas. Le seguían varios portaestandartes, en su mayoría mujeres, antes de que aparecieran un cabo batidor y las primeras escuadras. El desfile iba transcurriendo de manera espaciada, lo cual contribuía a generar más expectación ante la llegada del capitán moro.

Antes que él, no obstante, aparecería su favorita, María José García, subida también a una carroza y acompañada de más mujeres. Más escuadras especiales, tanto de mujeres como de hombres, desfilaron a continuación, antes de un ballet con el que África se hizo de alguna moda presente. Entre otros, los bailarines simulaban ser cebras, cabras, leones y tigres, con unas coreografías que también evocaban en buena medida la sabana, sumergiendo al espectador en una ambientación sugerente.

Varias mujeres lanzando pétalos de flores al suelo eran, finalmente, el anuncio de la llegada del capitán moro, Francisco J. Bernabécapitán moroFrancisco J. Bernabé -jefe de sección de INFORMACIÓN-, que iba subido a una carroza de grandes dimensiones junto con alrededor de una decena de acompañantes. La plataforma llamaba enormemente la atención, al simular el esqueleto de un gran reptil. La estructura estaba además articulada, de manera que en determinados momentos se abrían las fauces de la simbólica bestia. Más espectáculo si cabe para una llegada que ya de por sí estaba generando expectación.

A su llegada ante la tribuna, la carroza paró y el capitán y sus acompañantes blandieron sus armas en un gesto de victoria, correspondido desde el público con una gran ovación y vítores. Después, la plataforma giró para encarar el final del recorrido por la calle Pintor Gisbert. Acababa así el paso de los Negros Kabileños, que no la Entrada; llegaba el turno de Alfaquíes, Marrakets, Mudéjares, Beduinos, Abbasíes, Abbasidas, Nómadas, Magenta y Califas, para terminar con la de Negros Senegaleses, con José Vicente Valenzuela como alférez.

Las fiestas del barrio de San Blas culminarán hoy, con las dos Embajadas como actos destacados de la jornada. A las 11 de la mañana, el embajador moro parlamentará con el cristiano para forzar su rendición, la cual se acabará logrando a través de una capitulación. Eso sí, como siempre, la posesión del castillo por parte de la media luna será efímera, puesto que a las ocho de la tarde será el embajador cristiano quien trate de conseguir que el otro bando ceda. A medianoche se darán por concluidas las celebraciones.