Cataluña no será la única comunidad española en la que los usuarios valencianos de la nueva tarjeta sanitaria -que ha empezado a expedirse hace solo unos días- no podrán beneficiarse de su principal ventaja: la interoperabilidad en todos los sistemas sanitarios. La tarjeta -con nuevo diseño- sí se ajusta a los parámetros marcados por el Ministerio de Sanidad en cuanto a tecnología pero, para que sea útil, la comunidad receptora también ha debido hacer su trabajo. Fuentes ministeriales confirmaron que, con la última incorporación de la Comunidad Valenciana, ya son doce las autonomías en disponer de la tecnología para usar las tarjetas únicas pero aún restan cinco (entre ellas Cataluña) en las que no se podrán utilizar.

Desde el ministerio insistieron en que la falta de la tecnología no influye «en ningún caso» en la asistencia sanitaria que se debe ofrecer a los usuarios de otros sistemas de salud «todos serán atendidos independientemente de que la tarjeta pueda ser completamente leída o no» y evitaron «señalar» a las comunidades que van más retrasadas en el proyecto. Por una parte porque todavía hay tiempo: el real decreto que marcaba las bases de la nueva tarjeta ponía de plazo hasta 2018 para incorporarlas y también porque, pese a que hay ayudas estatales, la adaptación corre por cuenta de las maltrechas arcas autonómicas.

De esta forma, con la nueva tarjeta y según la comunidad que se visite, el usuario evitará el registro manual de sus datos de filiación y los posibles errores que se puedan dar.