Antes del comienzo de la campaña electoral de junio de 1977 (las primeras que se celebraron desde 1936), era creencia generalizada que el partido de izquierdas mejor organizado era el PCE, por ser el único que había estado operativo en la clandestinidad durante los últimos años del franquismo. Pero no era cierto, en opinión del socialista Antonio García Miralles: «Tuvimos interventores en las 1.200 mesas electorales de la provincia, mientras que el PCE tuvo 1.000». La prensa de la época dice que el PCE logró al final tener un interventor en todas las mesas, pero, al margen de este dato, muchos otros avalan la aseveración de Antonio. El PSOE fue el único partido que previó las dificultades de sus interventores a la hora de comer, repartiendo bocadillos y agua entre ellos. También fue el único partido que hizo un muestreo en mesas de catas (las llamadas encuestas vietnamitas, realizadas en mesas elegidas en base a un estudio sociológico). José María Perea está de acuerdo, pero discrepa en un punto: «El PSOE no tenía cuadros; el PCE, sí».

Antonio García Miralles tenía 34 años y era abogado laboralista. Afiliado al PSOE desde 1972, fue miembro de la ejecutiva provincial en la clandestinidad. Estuvo en el congreso de Suresnes (Francia), donde fue elegido Felipe González secretario general. Miembro del Comité Federal en diciembre de 1976, organizó el congreso provincial en el que se eligió un comité renovado, a principios de 1977. Tenía experiencia en mítines porque había participado en la campaña de la Reforma Política de 1976. «En Ibi hablé delante de más de 500 personas», recuerda.

«En la campaña de 1977 seguíamos las instrucciones del Comité Electoral que dirigía Alfonso Guerra. Teníamos una guía, lo que ahora llaman argumentario. Alquilamos un local en la calle Alona». Los dos mítines más populosos en los que intervino fueron en Elda (donde se reunieron unas 6.000 personas, sin líderes nacionales) y el que cerró Felipe González en el Rico Pérez. «Se llenó el estadio».

José María Perea entró en el PCE en 1972. Cubrió la campaña como periodista de La Verdad, pero hizo de presentador en el último mitin.

No faltaron en la campaña los sondeos o encuestas electorales. Abundaron sobre todo durante los últimos días, aunque los expertos opinaban que el margen de error era muy amplio. El Gobierno Civil pronosticó que el PSOE obtendría uno o dos diputados en la provincia; el PCE, uno; el PSOE histórico, uno; y que el mayor éxito lo conseguiría Reforma Social Española. Erró estrepitosamente.

«Según avanzaba la campaña y se veía el nivel de movilización del PSOE, ya se apreciaba que iba a tener un buen resultado», dice Perea. «El mitin de Felipe González fue el más multitudinario», recuerda Pirula Arderius. «El día del Corpus, en Villajoyosa, Luis Gamir y yo intervinimos en un mitin que cerró Íñigo Cavero. Luis y yo seguimos la consigna de atacar a Alianza Popular, pero Cavero nos sorprendió arremetiendo contra el PSOE. Luego nos dijo que las encuestas más fiables decían que era un partido en alza, y a partir de entonces cambiamos la estrategia», dice Joaquín Galant, que era candidato de UCD. «Al principio de campaña, Guerra nos decía que íbamos a sacar 80 diputados; pero superamos los cien», afirma García Miralles.

La maquinaria electrónica, de la firma Olivetti, que se había instalado en el Gobierno Civil, comenzó el proceso de recuento poco después de las 8 de la tarde, pero los resultados definitivos en toda España no estaban previstos conocerse hasta las seis y media de la mañana del día siguiente. Además, a eso de las 11 de la noche, se interrumpió el cómputo en Madrid durante hora y media, aproximadamente. Los representantes de los partidos que habían acudido al Gobierno Civil se pusieron muy nerviosos. En principio solo estaba previsto permitir el acceso a dos miembros de cada candidatura, para que estuvieran informados del escrutinio, pero en la práctica el edificio se llenó de visitantes. «Estaba accesible hasta el despacho del gobernador», rememora Perea.

La jornada acabó sin incidentes. «España votó en paz», tituló INFORMACIÓN en su primera edición del día 16. «Votamos en paz y libertad», dice García Miralles.

En la provincia, el PSOE obtuvo el 38'8% de votos, UCD el 35'9%, PCE el 9'2%, AP el 6'5%... Por escaños, el PSOE sacó cuatro diputados (Antonio García Miralles, Joaquín Fuster, Asunción Cruañes e Inmaculada Sabater); la UCD otros cuatro (Francisco Zaragoza, Luis Gamir, Joaquín Galant y José Luis Barceló); y el PCE uno (Pilar Brabo). Los senadores elegidos fueron Julián Andúgar y Josevicente Mateo (PSOE), Roque Calpena (UCD) y José Beviá (Unidad Socialista-PSP).

De los tres candidatos al Senado que presentaba UCD, el favorito era el liberal ilicitano Manuel Martínez Valero, pero al final fue el demócrata-cristiano Roque Calpena quien obtuvo más votos. «En la provincia nosotros teníamos más fuerza», explica Galant.

Entre los partidos que no obtuvieron escaños estaban Alianza Popular (cuya candidatura encabezaba Juan Antonio Montesinos), aunque sí que consiguió diputados suficientes en el resto de España para constituir grupo parlamentario, y la Democracia Cristiana de Ruiz Giménez (con Pascual Rosser como cabeza de lista), que quedó fuera del Parlamento.

«Ganamos también en Valencia y Castellón, pero nuestros resultados en Alicante fueron los mejores de la Comunidad Valenciana», dice García Miralles, que reconoce haberse sentido contentísimo aquella noche por verse diputado y ser su partido el hegemónico en la provincia. «Eso auguraba mayorías en las elecciones municipales, especialmente en los centros urbanos».

El triunfo del PSOE en algunos lugares de la provincia fue sorprendente. Por ejemplo, en Alcoy, donde el partido no organizó ningún acto y no llevaba ningún alcoyano en la candidatura. Una explicación plausible la dio Fernando Claudín poco después, según Perea. El triunfo del PSOE y de la UCD se debió a la memoria histórica familiar. «El pueblo español tenía todavía presente el drama de la guerra civil y decidió apoyar a los dos partidos con posiciones aparentemente menos radicalizadas: la UCD de gente que venía del régimen franquista, pero con planteamientos conciliadores, y el PSOE, menos beligerante durante los años del franquismo que el PCE. Además, en las localidades pequeñas todavía persistía el recuerdo de la Casa del Pueblo, vinculada al PSOE».

«La provincia de Alicante fue la única que sacó tres diputadas», recuerda Perea con satisfacción. Ni siquiera en Madrid y Barcelona fueron elegidas más parlamentarias.

«La noche electoral fue emocionante, pero el día en que sentí una mayor impresión fue el de la constitución de las Cortes -dice Galant-. Con Fraga ya dentro del hemiciclo, vi entrar por la puerta principal a la Pasionaria, muy elegante y del brazo de nuestra diputada alicantina, Pilar Brabo. Me emocioné porque pensé: Esta es la España que queremos. Y digo que era nuestra diputada porque, en aquella época tan bonita, todos los diputados alicantinos nos llevábamos muy bien».

Ya dentro del Congreso, fue Rafael Alberti quien acompañó a la Pasionaria hasta su escaño.

www.gerardomunoz.com

También puedes seguirme en www.curiosidario.es