La onomástica es un campo que, al igual que otros aspectos tan diversos como las tendencias a la hora de vestir, en la estética, en las artes, en el consumo y en las pautas sociales, ha tenido sus modas y sus vaivenes a lo largo de la historia. Hay nombres que hace décadas estaban entre los más comunes y ahora han quedado en un segundo plano o están en completo desuso. También los hay que, por el contrario, por alguna razón han despuntado en un momento dado hasta convertirse en los más utilizados. Y también otros que han sido una moda pasajera y, al igual que se han convertido en populares, han caído de nuevo en el ostracismo.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) corrobora todas estas tendencias y les pone cifras, al detallar cuáles son los nombres más habituales entre la población de su década de nacimiento. En el caso concreto de la provincia de Alicante se muestra la evolución desde los clásicos José y María, los más frecuentes entre las personas nacidas antes de 1930, hasta Alejandro y Lucía, los más habituales entre los niños nacidos después de 2010. A lo largo de todo este tiempo se observa la evolución en las costumbres onomásticas, pero con un claro punto de inflexión: la década de 1970. De una forma un tanto paralela al paso de una dictadura a una democracia, España se quitó en esos años el corsé de los nombres más clásicos.

Hasta el último tercio del siglo XX, el santoral más tradicional copaba la onomástica: José, Francisco, Antonio, Manuel y Vicente aparecen como los más frecuentes entre los hombres de manera invariable. En las mujeres eran habituales tanto las alusiones más populares a la Virgen, como María o Asunción, como otras más arraigadas en el territorio por la devoción hacia patronas locales, caso sobre todo de Remedios, Carmen y Amparo. Otros nombres frecuentes eran Ana, Teresa, Encarnación, Consuelo, Rosa y Rosario, junto a «feminizaciones» de nombres masculinos como Josefa, Francisca, Vicenta y Manuela.

La tendencia empezó a cambiar en la década de 1960, pero sobre todo en la de 1970, cuando irrumpieron nombres hasta entonces apenas utilizados. Entre los hombres, David se convirtió en el tercero más popular, mientras que Sergio ocupa el puesto 12 entre los alicantinos nacidos en esa época, y Raúl el 16. En las mujeres se dio un fenómeno paralelo, con Raquel en el cuarto puesto, Cristina en el sexto y también Eva María -compuesto, y no como Eva a secas-, Yolanda, Sonia, Mónica, Silvia y Laura entre los 20 primeros. Todos ya existían, pero hasta ese momento pocas personas los llevaban.

A estos nombres se sumarían después, en el caso de los hombres, otros como Daniel, Rubén, Iván, Hugo y, sobre todo, Alejandro, que desde los años 90 se mantiene como el más utilizado en la provincia. Entre las mujeres, en los años 80 se popularizaron Verónica, Lorena, Patricia, Noelia y Estefanía, entre otros. En la década siguiente ya se situó como uno de los más populares Lucía, que en la actualidad ocupa el primer puesto.

Algunos de los nombres populares en los años 70, 80 y 90 han perdido cierto uso, mientras aparecen nuevas tendencias. Una, el de los nombres en valenciano; en la última década aparece Marc como uno de los más utilizados, junto con su equivalente en castellano Marcos. También se popularizan cada vez más nombres vascos, sobre todo Iker y Ainhoa, aunque en el primer caso es bastante probable que la popularidad haya venido a través del fútbol. En las mujeres, aunque «sobreviven» algunos clásicos como María y Carmen, destacan Paula, Sofía, Alba y uno muy característico de la provincia de Alicante: Aitana, un topónimo convertido en nombre de persona.