Ruido, mucho ruido. Eso fue lo que ayer se percibió en el entorno de Luceros durante los siete minutos que se prolongó la primera mascletà del ciclo de Hogueras, a cargo del alicantino Pedro Luis Sirvent, gerente de Alacantina de Focs i Artifici. La propuesta de cambiar los disparos nocturnos por dos fines de semana de pólvora en Luceros convenció a las miles de personas que convirtieron el entorno de la emblemática fuente en un reflejo de lo que se verá en apenas tres semanas, cuando las Hogueras 2016 sean ya una realidad. No había monumentos en las calles, pero a cambio la mascletà de ayer contó con casi el doble de pólvora de lo habitual. Era una ocasión especial.

Pedro Luis Sirvent dispuso de 250 kilos de material pirotécnico -unos 130 kilos de pólvora- para construir una mascletà en la que el ruido imperó. Siempre hubo al menos dos puntos de sonido, una estrategia que sirvió para aumentar la intensidad del estruendo que provocó la explosión de 15.000 truenos, carcasas y humos de colores en apenas 7 minutos, a unas 35 detonaciones por segundo. Faltó más candencia, de ritmo en las explosiones, de mandar sobre la pólvora, pero lo cierto es que la intensidad que hizo vibrar Luceros gustó mucho a un público alicantino al que se conquista con un buen terremoto. Y ayer no hubo uno, sino varios: la mascletà fue casi un continuo terremoto.

El disparo arrancó con tres avisos en los que el color estuvo presente para que las personas sordas se prepararan para un espectáculo pensado para ellos. Ya de inicio, la intensidad se hizo sentir como si fuera casi un final, con juegos aéreos que dieron paso a tres focos de sonido, con explosiones al unísono en Luceros y en General Marvá.

Los minutos transcurrieron con escasas modulaciones, pero con un largo terremoto en tierra, de los que triunfan en Alicante. «Habré perdido casi un kilo de peso por los nervios», admitió el pirotécnico al final. Y es que quemar tanta pólvora en Luceros era un reto: tenía riesgo, pero salió bien.