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A Río Revuelto

El análisis: "Nada es lo que parece", por Mariola Sabuco

El día amaneció nublado, pero no hubo ánimos levantiscos en el pleno del Ayuntamiento de Alicante. Todo lo contrario. Allí, como nada es lo que parece, reina el protocolo florentino y las traiciones se sirven con palabras suaves y voces de pétalo de rosa. Los detalles son lo que de verdad importa en un Salón de Plenos medio barroco, medio naïf que bien hubiera servido al director James Bobin para su película Alicia a través del espejo. En este escenario, ayer, el alcalde, Gabriel Echávarri (PSOE), y el vicealcalde, Miguel Ángel Pavón (Guanyar), construyeron un agujero negro volumétrico entre ambos. Pese a lo reducido del espacio y a que se sientan el uno junto al otro, permanecieron todo lo alejados que les fue posible, tanto linealmente como en el plano.

El vacío con un Pavón la vista al frente, echado hacia adelante, sin rozar el respaldo y un Echávarri mirando hacia abajo, reclinado hacia atrás, con la espalda pegada al terciopelo no permitía discernir quién puede salir peor parado en la disputa que mantienen, probablemente, desde que se conocen. Pero la intervención del tercero en discordia en el gobierno local, Compromís, vino a aclarar que en el tripartito se está formando un dúo.

El PSOE, sin decir una sola palabra, y Compromís, sin que interviniera su portavoz, Natxo Bellido, (lo hizo la concejal de Sanidad, Sonia Tirado), le dieron una bofetada de poder al de Guanyar. Pavón pidió el apoyo para solicitar a la Generalitat que abran por la tarde, en verano, los centros de salud de Alicante y sus socios de gobierno no se lo dieron, se abstuvieron. Con el mismo argumento que no les impidió respaldar una propuesta de Ciudadanos sobre el amianto en los colegios. No cabe mayor agravio. La propuesta salió adelante con el voto a favor de Guanyar, el PP, Ciudadanos y Nerea Belmonte: 19 a favor y nueve abstenciones. ¿Una nueva mayoría? «Como en Madrid. Habeis votado Podemos con el PP», remató (en dirección al portavoz popular, Luis Barcala) el alcalde, ya de pie, cuando había dado por finalizado el pleno, ante un Pavón todavía sentando que solo fue capaz de articular un «Ya ves».

Efectivamente, ayer empezamos a ver las múltiples combinaciones que se pueden producir para que salgan adelante los asuntos, debido a que el tripartito está en minoría y al ajustado equilibrio de fuerzas que diseñaron los alicantinos. Sin ir más lejos, el PP, Ciudadanos y Nerea Belmonte (15 votos a favor) aprobaron (frente a los 14 en contra del tripartito) una iniciativa de Ciudadanos para que se flexibilicen las medidas de seguridad que se exigen a las Hogueras. Otra nueva mayoría.

Pero no todo es tensión detrás del espejo del tripartito. La segunda fila del poder municipal, a diferencia de sus líderes, parece llevarse de maravilla y deja en las actas municipales minuciosas y deliciosas intimidades para la posteridad. Quien tenga interés sabrá, gracias a la amabilidad del concejal de Cultura, Daniel Simón, que ayer era el cumpleaños de la portavoz socialista Eva Montesinos y que el edil popular Israel Cortés ha sido padre. Simón dio una interesante explicación sobre la «falacia del hombre de paja. Cuando no se tienen argumentos, se crea uno falaz».

Leyendo las actas se enterarán de que la concejal de Educación, de Compromís, María José Espuch, se pone de pie cuando se calienta (literal) y de que ese espíritu político libre en el que se ha transformado Nerea Belmonte estuvo en Camboya. Ella defiende «pensar en pequeñito» y lo que más le gusta cuando habla son los derivados de animar: ánimo, animo, animaría...

Los historiadores locales tendrán constancia de que en el PP la única que usa el valenciano, y perfecto, es María Dolores Padilla. Y que Echávarri tuvo un lapsus y presentó a José Luis Cifuentes, portavoz de Ciudadanos, como si fuera de Guanyar. «Ya ves», que diría Pavón.

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