De la larga lista de «lega highs» que se pueden encontrar en el mercado, las catinonas y el cannabis sintético son las que mayor presencia tienen en la zona del Mediterráneo.

Respecto a las primeras, el khat es una planta autóctona del Cuerno de África y de la península arábiga, mascada desde hace siglos en estas zonas para buscar su efecto psicoestimulante similar al de las anfetaminas. A partir de los años 20 comenzaron a sintetizarse nuevos compuestos conocidos como catinonas sintéticas, de las que hoy en día se conocen más de 30 variedades. En España ya han fallecido cuatro personas por el consumo de estas sustancias.

Benjamín Climent describe algunos de sus efectos, como alteraciones cardiacas, síntomas neurológicos y psiquiátricos, entre ellos ansiedad, euforia, alucinaciones e ideas delirantes. También «se han llegado a notificar intentos de asesinato y suicidios tras el consumo de las catinonas». El uso de los cannabinoides sintéticos también se ha disparado en los últimos años, en especial del denominado «spice». Se ofrece en bolsas de atractivos colores como ambientadores o incienso y con la leyenda de «no apto para el consumo humano». Su precio oscila entre los 8 y los 12 euros y se venden en portales de internet en los que se llega a informar de la situación legal en cada país y las fórmulas para burlar los posibles escollos legales. Taquicardia, hipertensión, percepciones paranoides, nauseas y vómitos son algunos de los efectos más frecuentes. En EE UU han fallecido varios jóvenes de manera abrupta tras consumir «spice».