Un informe del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) sobre el avance de la desertificación en España advierte de que la sequía ha provocado ya que el 20% del territorio español se encuentre afectado por la desertificación, un proceso que acaba con la fertilidad del suelo, algo previo a la desertización, término que define al proceso en el que desaparece la población. En Alicante, la situación, directamente relacionada con la falta de humedad del suelo, afecta a más de 90.000 hectáreas, un 40% del suelo fértil, concentrado en las comarca del Alto y Medio Vinalopó, Marina Baixa e interior de l´Alacantí. En total, más 90.000 hectáreas, un tercio de la superficie de la provincia.

Según los investigadores del CSIC, los primeros modelos de simulación implementados revelan que los cultivos herbáceos afectados por la erosión constituyen el paisaje más proclive a desertificarse. Además, en cada uso del suelo considerado, los factores dominantes son los climáticos.

La provincia ha perdido en los últimos 10 años un 40% del suelo fértil, lo que consolida a Alicante como la segunda provincia española tras Almería (70%) donde el problema de la erosión es mayor aunque, paradójicamente, la dramática coyuntura comience a trasladarse también hacia el norte de España. Más de un tercio del suelo de la provincia se encuentra en una situación de riesgo importante de pérdida de suelo cultivable. El Programa de Acción Nacional contra la Desertificación advierte de que 94.360 hectáreas están afectadas por el proceso y otras 89.989 en peligro muy alto, lo que suma cerca de la mitad de las 581.000 hectáreas de superficie que tiene Alicante.

Las zonas con una situación de mayor riesgo son el litoral de la Marina Baixa, el interior de l'Alacantí y todo el Alto y Medio Vinalopó. Estas áreas se corresponden con la ubicación de los acuíferos en los que el nivel del agua está a 500 metros de profundidad.

La extracción de agua subterránea sin control, los incendios forestales y el arrastre de materiales tras una riada contribuyen a acelerar un proceso que la sequía ha agravado en la última década. Además de la presión demográfica y urbanística, la degradación de los suelos tiene un claro enemigo en el propio clima mediterráneo que «cada vez es más árido» como consecuencia del cambio climático.

Recordar, en ese sentido, que la sequía más intensa y más larga que se recuerda en la provincia desde que se tienen datos meteorológicos (150 años) ha provocado ya un auténtico descalabro ambiental al haber acabado en los dos años últimos años con cerca de 200.000 almendros, y provocado una reducción media del 60% en todas las cosechas, lo que el pasado verano dejó al borde de la ruina a 6.000 agricultores con pérdidas superiores a los 70 millones de euros. La sequía afecta a 142.000 hectáreas de cultivos, el 45% en tierras de secano, donde su único aporte es el de la lluvia, que no cae con normalidad desde noviembre de 2013.

Y mientras en la provincia avanza el proceso de erosión del suelo y siguen sin estar asegurado el suministro de agua para regadío del próximo verano, la situación en los embalses de cabecera del Tajo (Entrepeñas y Buendía) continúa mejorando día tras día hasta el punto de que ayer el complejo embalsaba un total de 626 hm3. A partir de los 629 hm3, regantes y municipios del trasvase tienen derecho a recibir 20 hm3 al mes desde junio de los que 12 hm3 serían para riego de Alicante y Murcia, lo que sería un alivio para pasar el verano. «Hay que estar muy atentos a los desembalses porque ni se produce ninguna sorpresa agua va a haber de sobra el 1 de junio ahí el memorándum es ley», subrayó Ángel Urbina, presidente de la SAT San Enrique.