Durante los siglos XVI y XVII la costa alicantina fue visitada numerosas veces por embarcaciones berberiscas de las que, en ocasiones, desembarcaban corsarios que saqueaban las huertas y poblaciones más aisladas e indefensas. En el Seiscientos, muchas de estas visitas tenían como objetivo el rescate de moriscos que anhelaban huir de la persecución a que eran sometidos por la Corona y la Iglesia.

Muy pocas veces se atrevieron estos piratas berberiscos a adentrarse en las tierras del interior. La vez que más adentro llegaron (no solo en el reino de Valencia, sino en toda España) fue en octubre de 1529, cuando, dirigidos por Cachidiablo, lugarteniente del célebre Barbarroja, los corsarios saquearon Parcent y Murla.

En 1543, Guardamar fue atacada por el pirata Salah Rais (ra'is significa 'patrón de barco', en árabe; que el castellano asimiló como arráez).

El 8 de septiembre de 1554 fueron los alteanos, al mando del comendador Sanctescreus, quienes impidieron el desembarco de los berberiscos que hasta allí arribaron a bordo de cuatro galeotas. No obstante, Altea quedó destruida y abandonada a mediados del siglo XVI.

En septiembre de 1556, seiscientos corsarios argelinos desembarcaron de diez galeotas cerca de Dénia. Llegaron hasta el Saladar, pero fueron rechazados por los dianenses.

Pero fue sin duda alguna Villajoyosa la localidad más castigada por los berberiscos en aquella época: En 1534 los vileros se enfrentaron con éxito a una fragata corsaria de trece bancos. En julio de 1538 fue asediada e incendiada la población por los hombres de Salah Rais, que habían llegado a sus playas en 27 galeras y fustas. En la primavera de 1546 seis galeotas berberiscas intentaron fondear en Cap Negre, pero los vileros lo impidieron, capturando a 78 corsarios. Al año siguiente apresaron una galeota de 18 bancos en las rocas del Albir, capturando a 35 piratas y matando al resto. Y nuevamente en las peñas del Albir se hicieron en septiembre de 1549 con otra galeota berberisca de 14 bancos, haciendo dieciocho prisioneros, entre ellos Amir Rais; y poco después una fragata de Aspet Rais.

Felipe II ordenó en 1561 mejorar la fortificación de la costa sur del reino de Valencia. Para ello, envió al arquitecto real Juan Bautista Antonelli (el mismo que dirigiría después la construcción del pantano de Tibi), quien hizo levantar numerosas torres-almenaras.

Pero los ataques berberiscos siguieron produciéndose. El más importante de ellos se llevó a cabo en el verano de 1584, cuando los argelinos que desembarcaron de 24 bajeles entre Benidorm y Altea, se internaron hasta Callosa d'Ensarriá.

En Alicante

Uno de los primeros desembarcos berberiscos que se produjeron en las proximidades de la ciudad de Alicante fue capitaneado por el pirata Damnat de Almería, en 1423. Sus hombres recorrieron la huerta e hicieron numerosos cautivos.

El 17 de marzo de 1540, un nutrido grupo de piratas desembarcaron en la playa de San Juan y se internó hasta el santuario de Santa Verónica, donde se habían congregado muchos alicantinos. Rechazaron éstos a los invasores, que se apresuraron a retroceder y reembarcar.

Cuenta el cronista Viravens que en aquellos años se construyeron siete torres «en el lugar de San Juan, quedando guarnecida la huerta de Alicante por otras muy elevadas». Sin embargo, ello no impidió que los piratas continuaran visitando con cierta frecuencia la costa alicantina.

El temido Dragut

El 24 de mayo de 1550 arribaron a la playa de San Juan 27 bajeles berberiscos, capitaneados por Dragut Arraiz.

¿Quién era este temido corsario?

Torghut Dragut nació en Anatolia. Era descendiente de una familia cristiana, pero abrazó el islamismo desde niño. Se alistó muy joven a la marina turca y pronto fue nombrado capitán. El célebre Andrea Doria le hizo prisionero en 1541 y le mantuvo cautivo hasta que fue rescatado en 1545 por el también famoso almirante otomano Hizir bin Yakup, mucho más conocido en España como Barbarroja, a quien sirvió Dragut a partir de entonces. Años más tarde, tras ser de nuevo derrotado por Doria, Dragut se refugió en la isla de Djerba, convirtiéndola en su cuartel general y en la base desde la que dirigió sus numerosos ataques a la costa italiana. Tras la muerte de Barbarroja, Solimán II no quiso concederle a Dragut el gobierno de Argel, pero le mantuvo como máximo responsable de su flota. Murió en 1565, al recibir una pedrada durante el sitio de Malta.

Advertidos de la llegada del temible Dragut, los pobladores de San Juan corrieron a refugiarse en algunas de las torres que ya habían sido construidas. Muchos de ellos eligieron la conocida como Maimona, desde la que se hacía el repartimiento de aguas en buena parte de la huerta.

Dragut y sus hombres se apoderaron enseguida del pequeño lugar de San Juan, saqueando las casas y apresando a trece de sus habitantes. Antes de anochecer, advertidos de que había salido de Alicante un numeroso grupo de jinetes armados, regresaron los turcos a sus barcos y zarparon rumbo al norte.

Encabezados por el baile Pedro Bendicho, llegaron a San Juan los alicantinos armados cuando el poblado ya parecía libre de invasores musulmanes. Pero alguno debió quedarse rezagado (o quizá fuera un morisco que no pudo huir con el famoso corsario), pues uno de ellos surgió de improviso de un huerto e hirió mortalmente con su alfanje en la cabeza al baile, mientras éste conminaba a los sanjuaneros a que salieran de sus escondites. Bendicho murió en al acto, y su agresor poco después, bajo las armas de los demás alicantinos. El baile fue enterrado en la iglesia de Santa Verónica.

Más torres y desembarcos

Siete años después de este ataque del corsario Dragut, el virrey de Valencia, Buenaventura de Cárdenas, ordenó la construcción de cuatro torres más en la costa próxima a Alicante: en Aguas, en el cabo de Alcodre (Huertas), en la isleta de Campello y en Agua-Amarga.

Aquel mismo año de 1557, concretamente el 8 de septiembre, se produjo un nuevo ataque berberisco, dirigido por el arráez Zale. Los invasores desembarcaron de sus 24 galeras en la Albufereta y, armados con arcabuces y pedreros, tomaron la sierra de San Julián y el Tosal de Manises, desde donde dispararon a las torres cercanas. En una de ellas mataron a José Llofriu y a Juan Antón, «el Monjo», fiscal decano de la junta de vigilancia marítima. Medio millar de alicantinos armados salieron al encuentro de los corsarios, enfrentándose a ellos y obligándoles a reembarcarse. Además de Llofriu y el Monjo, en aquella jornada perecieron los alicantinos Miguel Bellot, alférez; José López, maestro de escuela; Jaime Peris, clavario del castillo de Santa Bárbara; Lucas Monllor, síndico del Corregimiento; y mosén Benito Minguilló, prebendado de San Nicolás y jurado municipal.

Cuarenta años más tarde, en julio de 1597, cerca de Santa Pola 28 moros desembarcaron de una fragata en busca de moriscos que rescatar. Pero se encontraron con ilicitanos armados que los persiguieron por las sierras de Agost y Tibi. Apresados y muertos, sus cabezas fueron llevadas en picas hasta Alicante, siendo exhibidas como trofeos por las calles.

El expolio impune de la

torre del capitán Boacio

No son pocas las torres-almenaras que continúan en pie alrededor de Alicante, aunque su estado de conservación es muy dispar.

Frente a la Santa Faz y en los terrenos de la finca «Villa García» se encuentra una torre en la que había inscrito un escudo de armas en mármol, bajo el cual se leía en una placa: «El Capitán Domingo Boasio familiar del S. Offo. hixo fabricar esta su torre. Año 1598».

En 2010 desapareció el escudo, cuyo hueco fue tapado con nuevos sillares. Desde Alicante Vivo denunciaron este expolio, ya que en el PGOU se exige la protección integral de la torre, pero el escudo sigue sin ser reintegrado a su lugar de origen.

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