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Vicente Amat Martínez: «Mi padre era feliz ayudando a la gente»

Vicente Amat Martínez en la plaza Luceros. Héctor Fuentes

Vicente Amat Martínez tenía muchas dudas sobre esta entrevista porque es un hombre muy discreto. Nació en Alicante el 20 de septiembre de 1953. Estudió en el instituto Jorge Juan y obtuvo el título de gestor administrativo en abril de 1973. Como no podía ejercer su profesión porque era menor de edad (entonces la mayoría estaba en los 21 años), aprovechó para hacer voluntariamente el servicio militar.

En enero de 1976 abrió, con ayuda de su padre, su propia gestoría, en la avenida de Salamanca 51, que trasladó a finales de 1980 a Cardenal Belluga 25 y, por fin, a finales de 1982, a la plaza de Luceros 8, donde continúa actualmente.

Ha formado parte de la Junta de Gobierno del Colegio de Gestores de Alicante durante más de 12 años, siendo cuatro años vicepresidente.

Próximamente celebrará las bodas de plata con la alicantina Nieves Durá, con quien tiene dos hijos: Vicente, nacido en 1994, que ha terminado recientemente el DADE (Derecho y Administración y Dirección de Empresas), y Alejandro (1994), que está de erasmus en Edimburgo estudiando 4.º de DADE.

Es hijo único de Vicente Amat Quereda y Antonia Martínez Toledo. Ella nació en Caudete en 1927; él en Alicante en 1925. Contrajeron matrimonio el 3 de septiembre de 1952.

Vicente Amat Quereda empezó a trabajar muy joven en la gestoría Napoleón Bonmatí (situada en la plaza de la Santísima Faz, donde ahora está el Centro de Salud), de la que llegaría a ser gerente. Pero en 1976 se fue a trabajar con su hijo. «Era feliz ayudando a la gente», dice su hijo con orgullo. «La gestoría se llenaba a veces de personas que buscaban su ayuda, y él siempre los atendía con afabilidad, aunque luego algunos se olvidaban de los honorarios». Falleció en 2013.

Los abuelos paternos del entrevistado fueron Antonio Amat Carratalá, nacido en Alicante, y Rafaela Quereda Aracil, de Mutxamel. Antes de Vicente tuvieron una hija, Manuela, que se casó con Vicente Vañó, copropietario de la Papelería Vañó, que estaba en la plaza Abad Penalva. Tuvieron dos hijos: Vicente y Matilde.

«Mi abuelo vivió mucho y trabajó mucho. Contaba que en sus años jóvenes fue ballenero y luego, durante una temporada, bombero. Decía que, tras la explosión de la armería El Gato, sacó a varios heridos de entre los escombros. Murió a los 97 años».

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