En 1900 había 50.142 personas censadas en la ciudad de Alicante (47'3% varones, 52'7% hembras). Menores de 20 años eran 4.441 (8'85%) y 1.401 los mayores de 50 (2'79%).

La emigración, principalmente a Argelia y sobre todo de jóvenes, seguía siendo constante desde hacía años.

Los sectores de producción eran similares a los de hacía treinta años: prácticamente la mitad de los trabajadores eran del sector primario (49'6%), mientras que el secundario suponía el 19'6% y el terciario el 30'6%. Por oficios, los más numerosos eran los jornaleros (1.200), seguidos por los empleados de comercio (271) y marineros (104).

El puerto seguía siendo el más importante núcleo mercantil de la ciudad, cerca del cual se ubicaban las principales fábricas y talleres, como la refinería de petróleo La Británica.

Las mujeres adultas que trabajaban no llegaban al 30%. El grupo más destacado era el de las cigarreras (35'3% de las trabajadoras), seguidas de las criadas (32'8%) y las modistas (10'5%).

A pesar del creciente anticlericalismo, las monjas continuaban siendo imprescindibles para mantener los centros benéficos, como el Asilo o Casa de Beneficencia ubicado en el paseo Duque de la Victoria (Campoamor). Los 147 ancianos (67 mujeres y 80 varones) y los 195 niños (97 hembras y 98 varones) de entre 4 y 17 años que se hospedaban en este establecimiento benéfico, eran atendidos por siete hijas de la Caridad y dos criadas. Por cierto, las expósitas que se casaban recibían una dote de 100 pesetas, pero precisaban el permiso de la institución.

Ninguna de las siete monjas que atendían el asilo era alicantina. Como tampoco lo era ninguna de las 21 prostitutas que fueron censadas este año. Cinco eran amas y el resto pupilas, residentes en dos casas de la plaza Isabel II (Gabriel Miró), una de la calle Teatinos (Barón de Finestrat), dos de la calle Pizarro y dos de la calle Artilleros.

Dos eran las mujeres que había este año presas en la cárcel, una de 55 años y casada, y otra de 21 años y soltera. Ambas, analfabetas. Muchos más eran los presos varones (88) que había encerrados en la nueva cárcel de Benalúa, inaugurada el 14 de enero.

También este año fue inaugurada la fábrica de La Electra Alicantina, sociedad anónima fundada a iniciativa del comerciante Ramón Guillén López. Los derechos de iluminación pública mediante gas por parte de la Compañía Madrileña de Alumbrado y Calefacción estaban a punto de caducar, y dos empresas se disponían a disputarse el mercado alicantino de la electricidad: la constituida unos años atrás por Guillermo Campos Carreras y Hugo Prytz, y esta de La Electra Alicantina, cuyo objetivo inmediato era la electrificación de los tranvías, todavía tirados por caballería.

Porque el transporte urbano, incluido los taxis, eran carruajes tirados por acémilas. Circulaban algunos automóviles por las calles, pero eran muy pocos, y aunque las bicicletas cada vez se usaban más, su empleo era solo preferido por los deportistas (el 15 de agosto se celebró una gran carrera ciclista).

Pasear seguía siendo la principal distracción de los alicantinos, y el lugar preferido para hacerlo era el paseo de los Mártires, especialmente los festivos.

Durante el verano eran muy concurridos los balnearios del Postiguet y la Plaza de Toros solía llenarse en la temporada taurina. Tanta afición había y tanto público concurría a la plaza, que el alcalde publicó un bando el 27 de junio en el que daba a conocer el recorrido que debían realizar los carruajes en los días de corrida, para evitar atascos: por el «lado derecho del paseo de Méndez Núñez, calle de Zaragoza, Infanta y calle de San Vicente» en la ida, y la «calle de San Vicente, Alfonso el Sabio, Avenida de Zorrilla, Plaza del Teatro, calle de Castaños, Teatinos, á la Plaza de la Constitución» a la vuelta.

A pesar de que había varios teatros, el más concurrido y de mayor prestigio era el Teatro Principal, si bien desde hacía unos años había nuevos locales de ocio que empezaban a atraer la atención de los alicantinos. Eran los cinematógrafos, siendo dos los que funcionaron este año:

El Salón Express se levantaba en la plaza del Teatro y era un barracón de madera anteriormente ocupado por el Cinematógrafo Luimière. Reformado en noviembre del año anterior, funcionó hasta finales de febrero de 1900, con sesiones diarias cuya programación era reforzada los días en los que había función en el vecino Teatro Principal. Las proyecciones eran acompañadas por audiciones sincronizadas con fonógrafo. A lo largo de dicho mes de febrero fueron proyectadas una treintena de películas: Llegada de un tren (de los hermanos Lumièrre), Galatea y Pigmalión (dirigida por Jean-Leon Gérôm), Cenicienta (Georges Méliès), El diablo en el convento (Georges Méliès), Cleopatra (Victorien Sardou), etc.

El cinematógrafo The Vitascope Edison fue inaugurado el 8 de diciembre. Situado en Méndez Núñez, 16, estaba dirigido por Pablo Fernández. Las entradas para las sesiones diarias costaban 25 céntimos (preferencia) y 15 (general). El día 12 se proyectaron en este local dos películas (Cenicienta y Carnaval en París), y el 13 solo una porque, tal como notició La Correspondencia de Alicante al día siguiente, «al colocar la segunda que representaba "Un cochero dormido", sin darse cuenta el empleado técnico del cinematógrafo, se inició el fuego en ella, no pudiendo sofocarle por más esfuerzos que hizo. El fuego se comunicó seguidamente a las otras películas, viéndose en pocos minutos lleno de llamas y humo el local». El local estaba lleno, pero todos los espectadores y empleados salieron ilesos. Según Narváez Torregrosa, las pérdidas materiales ascendieron a 5.000 pesetas.

El 14 de marzo falleció en Alicante el pintor alcoyano Lorenzo Casanova.

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