Amarrada en un muelle del Club Náutico de Valencia en el más absoluto de los anonimatos. Así ha permanecido la histórica embarcación de recreo «Königin II», un velero de dos mástiles de inspiración holandesa construida en 1912 en Alemania y que ha tenido entre sus ilustres propietarios nada menos que al dictador fascista italiano Benito Mussolini.

El lujoso yate recuperó ayer el protagonismo al conocerse su inmovilización por orden de un juzgado de Roma que persigue desde hace años al último dueño, hasta ahora, del Königin II: el empresario originario de Sarno (Salerno, en la región de la Campania, al sur de Italia) Salvatore Squillante, investigado por un supuesto fraude fiscal que supera los 28 millones de euros.

Al parecer, un capitán de barco a sueldo del empresario campano trajo el Königin II a Valencia hace dos años para someterlo a una serie de «reparaciones», que incluyeron pintar de blanco buena parte de la embarcación. La pérdida del azul marino original del casco y el barniz natural del puente de mando contribuyeron, entre otras cosas, a cambiar sustancialmente el aspecto exterior del velero, por lo que la Justicia italiana sospecha que Squillante pudo traer el yate al Náutico de Valencia con la intención de ocultarlo a los investigadores.

La Guardia Civil acudió el pasado 8 de marzo al Club Náutico de Valencia, a petición de la Guardia di Finanza italiana, y precintó el barco, que ahora está a disposición de la Justicia de aquél país.

Al parecer, Squillante había comprado el Königin II hace unos cinco años, a nombre de una empresa de la que figura como máximo responsable el hijo del empresario. Posteriormente, según las investigaciones de la policía romana, la embarcación fue puesta a nombre de un indigente.

El proceso contra Squillante, del que llevan meses informando los medios de comunicación italianos y que se enmarca dentro de la investigación «Mafia capital», persigue un presunto delito de evasión fiscal. En realidad, es uno de los procesos contra las redes financieras de los grupos mafiosos que operan en el país transalpino.

Yates, fincas y hasta un castillo

El Königin II forma parte de un paquete de bienes que la Fiscalía antimafia romana ha ordenado intervenir a Squillante y a dos empresarios más dentro de esa investigación.

Además del histórico velero, los investigadores han intervenido 75 propiedades inmobiliarias, entre edificios de apartamentos y villas, 32 terrenos rústicos, varias estancias y edificaciones de un castillo -el Palazzo Noccioli, en Fiumicino-, dos embarcaciones de lujo -una de ellas, a localizada en Valencia-, tiendas, coches de alta gama, así como numerosas cuentas corrientes, acciones de varias empresas y otros activos financieros.

En total, bien muebles e inmuebles por un valor global de 28 millones de euros, con los que la Fiscalía antimafia pretende que los tres acusados hagan frente al pago de impuestos que habían evadido hasta ahora.

Los tres empresarios, según datos que ha difundido la prensa italiana sobre este proceso judicial, son dueños de al menos diez sociedades, tanto de manera directa, como indirecta. Al parecer, en algunas de ellas utilizaban testaferros.

Las investigaciones dieron comienzo, entre otras razones, por el desfase entre el patrimonio y los bienes declarados por Salvatore Squillante y su verdadero tren de vida, muy superior a los ingresos que decía poseer ante la Hacienda italiana.