«Jesús fue forastero, o refugiado, eligiendo una traducción más actual. Él dijo (en una de sus parábolas) que el buen samaritano vio a un hombre herido, lo curó y lo subió a su caballo. Con dolor y vergüenza tengo que decir que esta historia se repite ahora, pero al revés. Europa ha pagado al posadero para quitarse de encima a los hermanos que huyen de la guerra. Vivimos en una sociedad que se ha olvidado de la misericordia, de mirar al rostro de aquellos que sufren. Jesús podría decir: fui refugiado y no me acogisteis».

Así se refirió al drama de quienes huyen de la destrucción en Siria y otros países el sacerdote alicantino Domingo García Guillén, elegido ex profeso por el obispo de la Diócesis, Jesús Murgui, como cara visible de la homilía presidida por la Reliquia de la Santa Faz. Al término de la misa, y ante cientos de personas reunidas en la explanada del monasterio, el prelado ratificó con rotundidad su mensaje. «Has hablado muy claro, has dicho lo que tenías que decir, y como lo tenías que decir», palabras del prelado que levantaron una prolongada salva de aplausos.

El obispo escogió a este sacerdote de Benalúa para dirigirse a los romeros alicantinos en una de las celebraciones más importantes de la ciudad como es la Santa Faz, al ser uno de los dos religiosos de la tierra elegidos por el papa Francisco, junto a otro millar a lo largo del mundo, como predicadores del Jubileo de la Misericordia que se celebra este año. El otro sacerdote seleccionado por el Vaticano es Daniel Riquelme, que también estaba ayer en el monasterio confesando a los peregrinos.

No se mordió la lengua el joven sacerdote García Guillén, quien al tomar la palabra compartió con los presentes una fecha «grabada en mi corazón, la Santa Faz del 500 aniversario de un milagro (el de la Lágrima) que ha ido conformando el carácter y el corazón de los alicantinos. Era el año 1989 y yo tenía 13 años. Aprendí que mosén Pedro Mena guardó en un arca el lienzo con la Santa Faz junto a sus ropas, que cuando lo abrió estaba en la parte de arriba y que lo sacaron en una rogativa y brotó la lágrima. Un secreto y un misterio que está en la identidad de los alicantinos como pueblo, ya que desde 1490 han venido caminando desde San Nicolás hasta la Santa Faz ininterrumpidamente».

«Soy consciente de que algunos se sienten lejos de la comunidad cristiana. No podría yo creer en un Dios opresor o justiciero pero sí en el padre de Jesucristo (...) Atrévete a mirar a Jesús a la cara, mira su Santa Faz, no te va a quitar nada, te lo va a dar todo. Tan sólo nos va a pedir que hagamos como el buen samaritano, hacer algo por los demás, porque (Jesús) está en los más pobres, en los que más sufren, en los más débiles».

Murgui dio la bendición al final de la ceremonia, en la que también participó el obispo emérito Rafael Palmero. Agradeció la presencia de los miles de los peregrinos y de las autoridades, así como de las fiestas, representadas por los Moros y Cristianos, la Semana Santa y las Hogueras. La Bellea del Foc y la Infantil estaban en primera fila, junto al presidente del Consell, Ximo Puig, y el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, que llegaron al monasterio unos 20 minutos más tarde que la comitiva oficial demorando la extracción de la Reliquia del Camarín, lo que causó cierto malestar en la curia, aunque ellos se disculparon asegurando que hubo un atasco de público. En primera fila estaban también el presidente de la Diputación, César Sánchez, y el alcalde de Orihuela, Emilio Bascuñana.

El obispo destacó el hecho de que por primera vez la Santa Faz haya podido llegar a casa de los enfermos e impedidos de toda la Comunidad gracias a la retransmisión televisiva (hubo pantallas en la plaza y en el templo para seguir los actos religiosos), y dio paso a la procesión de retorno de la sagrada imagen bajo palio a su Camarín, precedida por la talla de la Verónica de Sant Joan. La Reliquia ya descansa en su hornacina, de cara al altar. Para ello se cumplió el protocolo que otorgó el rey Carlos II en 1669 y que se renueva cada año para la apertura y el cierre del Camarín y la extracción de la Reliquia, este año con el edil del PSOE Carlos Giménez como concejal síndico, en presencia de los caballeros custodios Eleuterio Llorca y el Marqués de Lacy; y de los sacerdotes Miguel Ángel Cremades, vicario judicial; y Francisco Martínez, ecónomo diocesano, ambos canónigos en la Concatedral. Un acto sin incidencias salvo la alarma que sonó un momento en el retorno de la Santa Faz. Como es tradición, el Ayuntamiento entregó un donativo para el mantenimiento del convento que la madre superiora, Sor Expiración, recogió de manos del alcalde. También lo hubo, entre otros, del alcalde de Orihuela, que le dijo a la superiora «es la primera vez que vengo. Pidan por nosotros». El presidente de la Diputación anunció colaboración con las religiosas en aspectos culturales y patrimoniales.