Si hay algo que uniforma a los alicantinos de romería es el blusón, una prenda que tiene su origen en la huerta levantina, donde antaño los trabajadores se lo ponían en verano para recoger la cosecha, una prenda que también era típica en la huerta murciana.

Así lo explica Juan María Lorente, de la tienda de indumentaria Jose Fiesta, donde este año han vendido más de medio centenar de unidades, sobre todo para niños, cuya demanda no deja de crecer especialmente en los últimos años, perpetuando así una tradición de más de 500 años como es la conmemoración del Milagro de la Lágrima para el futuro.

También se buscan los modelos más tradicionales tanto para los más pequeños de la casa como para los adultos. «Para Santa Faz nos piden el típico blusón negro, que se llama de luto, y el de rayas grises y negras». También hay comisiones de hogueras y barracas y otros festeros más innovadores que van demandando blusones en color, unas prendas que después les sirven para lucir en los almuerzos populares y otros actos festivos como alternativa a las típicas camisetas.

En estos casos, los indumentaristas los confeccionan por encargo, «y los hay de florecitas, de rayas de colores vivos, rosas, azules, de color verde...». Aunque los trajes de novia alicantina y de comisionada, es decir, de siglo XVIII, constituyen la base de este tipo de negocios, la facturación de los tradicionales blusones para llevar el día de la romería sigue creciendo y a lo largo del año, sólo en este establecimiento venden más de un centenar de unidades.

En cuanto a los precios, el abanico también es bastante amplio. Ronda los 14 euros para los niños, y los 18 euros para los adultos como precio medio aunque los hay más «recompuestos», muy elaborados por su calidad, en algodón e incluso con pasamanería. En este caso la unidad puede llegar a costar 40 euros.

Y con el blusón que ayer abundaba en todo el recorrido de la Peregrina así como en el entorno del santuario en la misa y en los picnics que celebraron las familias a lo largo del día, hay un complemento imprescindible, el pañuelo de cuadros, que por dos euros más completa la indumentaria del romero. Muchos peregrinos eligieron también un sombrero que les ayudó a protegerse del sol en los momentos en que más apretaba completando la indumentaria.