Nerea Belmonte parece tener las horas contadas como concejala en el Ayuntamiento de Alicante. A la presión del tripartito -PSOE, Compromís e incluso Guanyar- para que renuncie a su acta de edil se suman ahora las recomendaciones que le está realizando su círculo de confianza. Varias personas afines a ella le han pedido estos días que presente su dimisión «cuanto antes» con dos objetivos básicos. El primero, salvaguardar su propia imagen. Fuentes de su entorno confirmaron ayer a este diario que, visto lo visto, a Belmonte no le queda otra que renunciar aún sabiendo, según defienden, que la adjudicación de varios contratos por casi 17.000 euros a dos estrechos colaboradores suyos «fue legal al cien por cien». Ahora bien, su círculo de confianza cree que ya no hay marcha atrás. «Lo mejor para ella y su imagen es que dimita. Así se lo hemos trasladado», apuntó ayer uno de ellos.

En segundo lugar, su entorno no está dispuesto a que se manche todavía más la imagen de Podemos, su partido, en la capital. Y es que el escándalo de las adjudicaciones a la empresa Techdata se suma a una larga lista de borrones que ha ido acumulando la formación morada en Alicante. La de mayor trascendencia, el pucherazo de las primarias. Tal y como destapó INFORMACIÓN el pasado verano, la candidatura que lideraba Jesús Bustos se hizo con el control de Podemos en la capital gracias a una serie de artimañas. Entre ellas, inscribir en el censo a personas de fuera de la ciudad en direcciones falsas o incluso a menores de edad, tal y como se apuntaba en un chat interno de algunos miembros de la candidatura.

Ese pucherazo terminó provocando la dimisión en bloque del Consejo Ciudadano la noche de las elecciones generales, días antes de que la dirección nacional del partido en Madrid sancionara al núcleo duro de Bustos y le inhabilitara. Una de las castigadas fue la diputada autonómica Covadonga Peremarch. El partido le reclamó entonces la dimisión, pero ella se negó. Resultado: Podemos tramitó su expulsión y Peremarch pasó al grupo mixto, con derecho al sueldo íntegro y despacho propio en las Cortes. «Ya hemos tenido suficientes escándalos», apostillaron ayer las mismas fuentes.

Pese a las recomendaciones que le están haciendo llegar a la concejal de Acción Social, ella todavía no ha adoptado una decisión en firme, según apuntaron. No obstante, adelantaron que el martes podría haber novedades en un sentido u otro. Es decir, o dimite, o se enroca. Si opta por esta última opción, ya sabe su futuro en el Ayuntamiento: se quedaría sin sueldo, sin asesores, sin competencias y pasaría al grupo de no adscritos. «Ahora mismo está en un callejón sin salida», admiten desde su entorno.

Otra de las opciones que está barajando su círculo próximo es esperar al próximo jueves. Y antes, el miércoles, convocar una asamblea extraordinaria de Podemos para que los inscritos se pronuncien.

Al margen de la decisión, varios simpatizantes de Guanyar -la confluencia con la que EU, Podemos y otros colectivos sociales concurrieron a las últimas elecciones locales- se mantuvieron ayer firmes en impugnar la votación que se celebró en la asamblea de la coalición de esta semana al entender que no se alcanzó el porcentaje de sufragios mínimo para solicitar la dimisión de Belmonte.