Hasta en las murallas y en las estribaciones del monte Benacantil que quedan por encima de la ermita de Santa Cruz esperaba público para ver el descenso de los cuatro tronos de la hermandad más populosa de Alicante por las sinuosas calles del Casco Antiguo. Hubo de nuevo lleno también en terrazas, balcones y ventanas, desde donde sonaban las saetas al paso de las distintas imágenes. Comenzó puntual la procesión, todavía con luz, asomándose al recorrido los romanos del Ecce Homo de Yecla. No se hizo de rogar la primera imagen, El Cautivo, un Cristo de Medinaceli con larga melena y túnica morada de pie sobre un lecho de flores rojas y moradas. Al ritmo de los tambores, sus costaleros enfilaron por Diputado Auset mientras en el exterior de la ermita preparaban al Cristo de la Fe, «El Gitano», una imagen que despierta una gran devoción pues son muchas las personas que intentan tocar su cruz cuando pasa junto a las ventanas o cogerle un clavel.

«El Gitano» es una imagen sobria de Ortega Bru del año 64 en la cruz, al que realza un lecho de flores rojas y amarillas formando la bandera española. Al llegar a la calle San Antonio, con sus balcones decorados para la ocasión con lienzos de las imágenes de la hermandad, sus costaleros lo mecieron y bailaron, entre aplausos de alicantinos y turistas.

«Viva la Virgen de los Dolores, viva», gritaban las costaleras de Nuestra Señora para animarse en el arranque de la procesión. La interpretación por la Sociedad Musical La Amistad de Villafranqueza del himno nacional marcando su inicio se mezcló en lo más alto de Santa Cruz con las saetas para «El Gitano». La Virgen empezó a descender, con las chicas de la hermandad luchando con esfuerzo para que no se escorara el trono, meciendo la imagen, que lucía su manto azul y oro, coronada, entre faroles, velas y flores blancas.

«Qué cara tienes de dolor por tu hijo, que lo han llevado al monte Calvario para coronarlo de espinas», recitó un intérprete de saetas desde un encalado balcón. Con voz tan rota y llena de sentimiento que despertó un largo olé del público congregado. Después la despidieron al grito de «guapa».

La Bellea del Foc, Carmen Caballero, formaba parte del acompañamiento de damas de mantilla, y con ellas el presidente de las Hogueras, Manuel Jiménez, que se confundían al inicio del recorrido con los primeros costaleros que esperaban relevos de El Descendimiento y que son numerosos dado que este grupo escultórico, el último que arranca en procesión desde lo más alto de Santa Cruz y que contiene seis imágenes, pesa más de 2.000 kilos. De hecho, segundos antes de su salida los propios costaleros se envalentonaron al grito de «Viva El Descendimiento, viva». Es tan grande el paso que tienen que sacarlo a ras de suelo de la ermita y montar la cruz fuera. «Hay que aguantar hasta la plaza del Carmen, por lo menos», le dijo un costalero a sus dos niños, ataviados con la vesta en color negro y con la toalla en el cuello a modo de almohadilla para amortiguar el peso. Después de un largo parón tras superar la primera escalinata cuya demora se fue arrastrando ya todo el recorrido, El Descendimiento fue alzado a los cielos, con algunos de sus cargadores sosteniendo las andas sobre sus cabezas. También tuvo su saeta: «¿Por qué te llamas Descendimiento si tú eres el rey de este barrio y todo el mundo te ama?».

Se cumple este año el 70 aniversario de la llegada a Alicante de este gran trono tallado por el imaginero sevillano Castillo Lastrucci (1946). Por este motivo, estrenaron vestiduras las imágenes de Nicodemo, José de Arimatea y María Magdalena, confeccionadas por Francisco Segura García y costeadas por el torero José María Manzanares, que es costalero del Descendimiento. Escoltando el paso iban varios efectivos de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comandancia de la Guardia Civil de Alicante.

Acompañamiento

A continuación, se dejó ver la presidencia, integrada por el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri; y el presidente de la Diputación, César Sánchez, junto a Marta Martín, diputada de Ciudadanos en el Congreso. También estaban el portavoz del grupo municipal popular, Luis Barcala; y los concejales Fernando Marcos, del PSOE; Juan Francisco Escudero, de Ciudadanos; y Fernando Sepulcre, diputado provincial por esta formación. Así como Francisco Cortés, presidente de la hermandad de Jesús Triunfante, que abrió el Domingo de Ramos la Semana Santa; y Francisco Bernabé, jefe de Sección de INFORMACIÓN, quien recibió una placa de reconocimiento de la entidad durante su pregón el sábado. Asimismo, con anterioridad a la procesión se celebró el tradicional almuerzo en Santa Cruz en el que participó el portavoz del tripartito de Alicante, Natxo Bellido.

No sólo el Casco Antiguo, el Parque de la Ereta o la ladera del Benacantil estaban llenos de público para ver la procesión de Santa Cruz. También la plaza de San Cristóbal, la Rambla y la plaza de Abad Penalva, dado que este año se celebró el Encuentro entre «El Gitano» y la Virgen de los Dolores a las puertas de la Concatedral de San Nicolás, donde se bendijeron los pasos.

Se notó mucho en las calles que era víspera de día festivo, puesto que adquirieron un gran ambiente tras un Lunes Santo pasado por agua que impidió que salieran los pasos, y un Martes Santo algo desangelado con los tronos luciendo crespones negros por las víctimas de los atentados de Bélgica. Ayer retornó la multitud a los recorridos y los templos, no sólo de Santa Cruz, también del Divino Amor y La Marinera, y de Jesús del Gran Poder y La Esperanza Coronada, las otras dos procesiones de la jornada, así como a la Carrera Oficial, donde los palcos tomaron color.

Contribuyeron también los numerosos negocios en la vía pública, churrerías, tiendas de dulces y las barras que algunos restaurantes situaron en la vía pública ofreciendo incluso ostras y champán. Ya de madrugada, la procesión de Santa Cruz retornó a la ermita que corona el Casco Antiguo con sus pasos a la carrera en otro atractivo más de una hermandad fundada en época moderna en 1945, aunque tiene antecedentes en el siglo XVIII.