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Talan cientos de pinos muertos en el Benacantil por la sequía y las plagas

Los ejemplares arrancados son sustituidos por especies que se adaptan mejor al clima seco

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Tala de pinos muertos en el Benacantil

El invierno más seco y caluroso de los últimos 61 años está causando estragos en las zonas verdes de la ciudad de Alicante. Tanto, que las brigadas encargadas del mantenimiento de estas áreas están talando estos días cientos de pinos muertos a causa de la sequía y de las plagas en la ladera del monte Benacantil.

«Cada día talamos una media de 10 ó 12 árboles», señalaba el jueves uno de los operarios. Los ejemplares que se retiran son aquellos que están completamente secos. «Los que tienen algún brote verde los dejamos con la esperanza de que llueva un poco y se recuperen». Los trabajos comenzaron hace una semana y se prolongarán todavía un tiempo hasta completar toda la ladera del Benacantil. Tras la tala de los árboles, los trabajadores llevan las ramas y troncos a mano por la ladera hasta un camión para evitar que se acumulen en el monte y puedan provocar un incendio.

Los árboles que se quitan están siendo sustituidos por ejemplares de otras especies autóctonas de esta zona del Mediterráneo, como cipreses de Cartagena, algarrobos y palmitos. De esta forma, el pino, que hasta ahora era casi la única especie que había en el monte Benacantil, poco a poco irá perdiendo protagonismo. «Estos ejemplares se adaptan mucho mejor a un terreno tan abrupto como el Benacantil y a un clima tan seco», explica Víctor Domínguez, concejal de Medio Ambiente en el Ayuntamiento de Alicante.

De hecho, en las últimas campañas de reforestación que se han hecho en montes como Orgegia, Serra Grossa o el Benacantil se han estado plantando de forma mayoritaria este tipo de especies con el objetivo de que aguanten mejor el clima tan árido de esta zona.

Menos procesionaria

Mientras, la intensa plaga de la procesionaria que semanas atrás tantos estragos causó en los montes de la ciudad comienza a remitir tras descender las orugas al suelo y enterrarse en la arena. De esta forma, los nidos están desapareciendo de las copas de los árboles.

Y es que este insecto está estrechamente relacionado con la muerte de los pinos. La sequía deja al árbol tan débil que éste es incapaz de defenderse de este insecto, que se alimenta de las hojas de los árboles. Algo que también ocurre con el tomicus. Debido a su extrema debilidad, los pinos no pueden generar suficiente resina para defenderse de las plagas, por lo que este insecto se introduce con mayor facilidad a través de la corteza y se aloja el tronco hasta causar su muerte al obstruir la circulación de la savia. Una situación a la que no ha beneficiado el parón que sufrieron, el pasado mes de diciembre, las brigadas que se encargan del control de estas plagas.

Problemas con la renovación de la encomienda para la realización de estos trabajos provocaron que las brigadas estuvieran semanas sin actuar para contener la situación en uno de los años más difíciles que se recuerdan.

Pero el Benacantil no es el único espacio verde de la ciudad que ha sucumbido a este invierno inusualmente cálido y seco. En el monte Orgegia y en la Serra Grossa la estampa es idéntica. En el caso de este último paraje, desde el Ayuntamiento aseguran que poco pueden hacer, puesto que su mantenimiento depende de la Conselleria de Medio Ambiente.

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