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El cerebro engancha

La exposición anual del Instituto de Neurociencias supera sus previsiones con la visita de 1.100 escolares

Los escolares visitan el Instituto de Neurociencias

Los escolares visitan el Instituto de Neurociencias

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Los escolares visitan el Instituto de Neurociencias Pino Alberola

Peces que ayudan a los investigadores a conocer cómo funciona el cerebro humano, pantallas y gafas con las que ver un cráneo en tres dimensiones o ratones mutados genéticamente para que sean fluorescentes. El Instituto de Neurociencias se abre estos días a la sociedad, y sobre todo a los niños y jóvenes, con motivo de la Semana del Cerebro.

Cerca de 1.100 estudiantes de colegios e institutos visitarán esta semana la exposición que, a través de los diferentes modelos de experimentación animal -desde el pez zebra hasta el ratón- muestra el trabajo que desarrollan los científicos del instituto. Además, son los propios investigadores quienes acompañan a los niños en el recorrido.

Una muestra que ha ido a más desde la primera edición en 2012. Entonces la visitaron 200 estudiantes. «Este año se han superado todas las previsiones e incluso hay centros que se han tenido que quedar fuera porque es imposible asumir más público», explica Diego Echevarría, profesor de Anatomía en la Facultad de Medicina e investigador del Instituto de Neurociencias. Un creciente interés que también se ha traducido en una ayuda económica por parte de empresas relacionadas con la investigación que han comenzado a patrocinar esta muestra.

En este sentido, esta actividad divulgativa puede dar por cumplido su objetivo. La Semana del Cerebro se celebra de manera simultánea en 32 países de Europa, América y Asia promovida por una fundación privada sin ánimo de lucro con el objetivo de despertar el interés en la sociedad por entender nuestro cerebro.

La exposición se ha ido ampliando con el paso de los años, incorporando stands en los que mostrar a los niños las ilusiones sensoriales que engañan al cerebro, cómo funcionan y suenan las neuronas a través de pruebas de electrofisiología o qué es la genética molecular.

Pero lo que más llama la atención cada año a los niños son los cerebros reales, conservados en formol, que les enseñan los investigadores. «A los más pequeños no les da ni miedo ni asco. A los mayores sí que les sorprende un poco más», explica Diego Echevarría. En cualquier caso, los estudiantes llegan con la lección bien aprendida. «Los profesores les han estado explicando antes en clase qué es lo que van a ver y en qué consiste la investigación que hacemos aquí».

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