Son muchas las ventajas que este tipo de herramientas aportan a los pacientes. Pero también hay riesgo, sobre todo para aquellas personas que viven obsesionadas con estar sanos.

¿Cree que las aplicaciones móviles sobre salud pueden encerrar algún tipo de riesgo para el paciente?

Sus ventajas son muchas, pero el gran problema es que se convierten en una fuente de hipocondria, de la que todos los hipocondriacos beben con facilidad. En una sociedad puramente hipocondriaca les damos a estas personas más armas.

¿Sucede igual que con las páginas web que hablan de enfermedades?

Pasa lo mismo. Con todo este tipo de herramientas facilitamos el acceso a la medicina, pero a costa de crear hipocondriacos e ignorantes, porque hay mucha gente que se cree que metiéndose a una pagina web ya es experto.

¿Se está dañando la relación entre médico y paciente?

Sí, porque una cosa que hacen muchos pacientes después de marcharse de la consulta es entrar a una pagina a ver qué es lo que les has mandado y qué le pasa. Y no hay que olvidar que en medicina, sobre todo en psiquiatría, la relación entre médico y paciente sigue siendo lo más importante.

¿Qué pasa por la cabeza de una persona hipocondriaca?

Son personas que creen que el organismo es perfecto, son muy obsesivos y compulsivos. En cuanto se detectan cualquier pequeño problema se creen que algo pasa, no se dan cuenta de que las goteras forman parte de la normalidad. Se meten en un proceso de ansiedad y no saben salir de él. Es un problema que ha existido desde que el mundo es mundo, pero con internet se sirven ellos mismos. En vez de haber un médico que les calme, la ansiedad se les dispara. La gente ahora cree más en google que en el médico. Yo he llegado a echar a más de uno de la consulta porque me discuten lo que les digo y receto.