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El precio de las tierras agrarias vuelve a caer y retrocede a valores de hace 15 años

La falta de rentabilidad de los cítricos y el olivar acentúa la bajada impulsada por el fin de la especulación

El precio de las tierras agrarias vuelve a caer y retrocede a valores de hace 15 años

Las tierras agrarias tienen un valor cada vez más bajo y su depreciación parece no tener fin, a tenor de los datos que periódicamente van conociéndose al respecto. La última estadística del Ministerio de Agricultura, publicada hace pocas semanas aunque con cifras de 2014, señala que una hectárea de terreno agrícola en la Comunidad Valenciana cuesta una media de 20.271 euros, un 3,8% menos que un año antes. La bajada producida en esta autonomía es la segunda más baja de toda España -sólo Cantabria ha quedado por delante-, pero no sólo eso, sino que, tras esta nueva caída, el precio de las fincas agrariasfincas agrarias en las provincias de Alicante, Valencia y Castellón ha retrocedido a niveles de hace 15 años.

El origen de esta espiral de devaluación en la que ha entrado el terreno agrícola de la Comunidad Valenciana se remonta a los tiempos de la burbuja inmobiliaria y la especulación de sueloburbuja inmobiliaria especulación , tal y como se ha insistido desde los sindicatos del sector en numerosas ocasiones. La esperanza de que extensiones dedicadas al cultivo se recalificaran y en ellas se pudiera construir propiciaron un aumento de la compra de tierras por parte de personas ajenas a la agricultura y, en consecuencia, que la demanda aumentara -aunque de manera artificial- y con ello el precio. La hectárea llegó a alcanzar en 2007 un valor máximo de 32.708 euros. Ahora bien, desde entonces, al desaparecer los movimientos especulativos, la depreciación ha sido continua, hasta el punto de valer ahora casi 500 euros menos que en 2002.

Sin embargo, tal y como recuerda Juan Miguel Montaner, portavoz del sindicato La Unió en Alicante, en estos 15 años de especulación con el suelo rústico la mayoría de los agricultores se han empobrecido tanto que «no pueden comprar más tierras» por mucho que bajen de precio. Aún tendría que reducirse mucho más su coste, asegura, para que resultaran asequibles, aunque ése, recalca, no es el principal problema, sino que «no se ve rentabilidad en el cultivo y, por lo tanto, no se ve futuro» en el sector. Esto favorece que haya personas que «quieran vender sus tierras, como último recurso», lo que provoca un aumento de la oferta y, en consecuencia, que las parcelas disponibles se abaraten aún más.

Poca rentabilidad y sequía

Los cítricos -especialmente el naranjo- y el olivar de transformación son los cultivos que en el último año analizado han arrastrado a la baja el precio de las tierras agrarias. En el caso del naranjo, su valor ha caído de 42.435 a 38.506 euros por hectárea, mientras que el olivar de secano dedicado a la transformación -es decir, a la producción de aceite- ha bajado de 10.346 a 9.478 euros. En cambio, el viñedo de secano de transformación -producción sobre todo vinícola- se ha mantenido muy estable, con 8.040 euros por hectárea frente a 8.057 en 2013. Por su parte, otros cultivos de secano han aumentado de 7.695 a 8.095 euros por hectárea; no se citan, pero cabe suponer que entre ellos están los almendros, que han remontado en los últimos años.

Desde La Unió insisten en que la falta de rentabilidad está siendo una puntilla para los cultivos de cítricos, que en muchos casos están siendo sustituidos por caquis o granados. No obstante, Juan Miguel Montaner achaca parte de esto a «la cadena de distribución y la falta de consolidación de una marca y un mercado» para los productos. También la sequía puede condicionar, en un momento dado, el empobrecimiento de las tierras. En este sentido, es probable que el olivar se haya revalorizado en 2015, aunque aún no hay datos oficiales, ante la expectativa de que la campaña fuera especialmente buena. En todo caso, Montaner recalca que «una buena cosecha sólo es una mejora puntual» que no soluciona un problema estructural.

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