Al esplendor de la imaginería del Martes Santo en Alicante Alicante con tallas como Nuestra Señora de los Dolores, anónima napolitana de finales del siglo XVI y varias del imaginero sevillano del siglo XX Castillo Lastrucci, se suman el protagonismo de los costaleros y de las damas de mantilla. Los primeros acapararán todas las miradas tanto en la salida de la Dolorosa de la basílica de Santa María como de la Amargura desde la parroquia de Franciscanos puesto que se tienen que arrodillar para salvar las cancelas de los respectivos templos por la altura de los palios.

La Virgen de los Dolores forma parte de la procesión de la hermandad del Cristo del Mar, que fue fundada en el seno de la congregación mariana por el padre Esplá, aunque sus raíces se hunden en el siglo XIX. Sin embargo, perdió su imaginería en el incendio del convento del Carmen en 1931.

Aparte de la salida desde la basílica de la imagen titular del Cristo con su red de pescadores y de la virgen con los costaleros de rodillas, el hermano mayor Alfredo Llopis destaca como puntos fuertes de la procesión «el paso por el convento de las Monjas de la Sangre», con una doble revirà en la curva de las calles Monjas, San Agustín y Montengón, y el regreso, al final del desfile procesional, por la calle Villavieja. «Se le canta a la virgen la habanera de los Dolores y los costaleros van subiendo de espaldas, mirando a la virgen a la cara, en lo que se llama cangrejà». También destaca el Encuentro final de ambos pasos en la plaza de Santa María en medio de un silencio sepulcral y la entrada del paso de palio en su templo al son de la madrugà. La Virgen regresa así a su casa tras una noche de esplendor, acompañada por numerosas damas de mantilla de negro riguroso, entre ellas la Bellea del Foc, dama de honor de la Virgen de los Dolores, imagen que lucirá el hermoso manto de las palomas de Tomás Valcárcel. La hermandad lleva varios años sin incorporar patrimonio puesto que prefiere ayudar a familias desfavorecidas a través de su obra social.

También desempeñan un importante papel las manolas en la procesión de Stabat Mater, que sale desde Nuestra Señora de Gracia. Más de un centenar acompañarán en su recorrido al majestuoso trono de madera que talló el escultor alicantino Remigio Soler en 1993, al igual que las cinco imágenes que porta: Jesús, María, María Magdalena, San Juan y un sayón ofreciendo de beber al crucificado con una caña que lleva una esponja empapada en vinagre en su extremo. Esta imagen le ha dado al paso el nombre popular del Cristo de la Caña.

El hermano mayor, Miguel Brugarolas, destaca que el trono es el segundo más grande de la Semana Santa alicantina sólo detrás de la Santa Cena. Por ello, recomienda ver «los giros en las calles más estrechas, como Teatro y Bazán, que son complicados». El hecho de que sea una hermandad de colegio, puesto que surgió en el seno de los Maristas, supone que haya muchos participantes en todos los cuerpos de la procesión, tanto costaleros como damas de mantilla, hermanos de fila, jóvenes y niños, «nuevas generaciones que van creciendo en la Semana Santa alicantina y eso es garantía de futuro». Cuentan con unos 630 integrantes.

Así, la hermandad tiene niños desfilando en Semana Santa desde los cinco años en una cuadrilla especial infantil con más de 100 participantes controlados por hermanos de orden. El paso es portado por 150 antiguos alumnos de los últimos cursos del colegio Maristas. Este año incorporan un nuevo incensario para el cortejo.

El Ecce Homo o Cristo de la Canyaeta es una de las más antiguas devociones de Alicante, con antecedentes en el siglo XVIII y fue recuperada en 1946 por los alumnos franciscanos. El Cristo del paso de misterio llevará una túnica donada por la hija de Enrique Tolón, fundador de la cofradía . La túnica está bordada en oro por Pilar Pérez de acuerdo a un diseño del indumentarista Pepe Espadero.

Además, son nuevos la cruz y los faroles de guía, en caoba y plata, de estilo barroco, diseñados y esculpidos por el orfebre de Ciudad Real José Ángel Banegas. Así como el portaestandarte, en caoba y plata, y el juego de cuatro ciriales en los mismos materiales, que se encuentra en primera fase de ejecución. El hermano mayor, Víctor Ruiz, destaca otro punto fuerte de la procesión, la salida de la Amargura con los costaleros arrodillados, el Encuentro final entre los dos pasos al término de al procesión y las agrupaciones musicales que acompañan al cortejo, «muy buenas».

Cerrará la noche la hermandad de Nuestro Padre Jesús, fundada tras la guerra civil por un grupo de socios del Centro Católico de Alicante. Salen el cristo nazareno, imagen principal, que data de 1942, y la Virgen de las Penas, que estrenará pañuelo y enagua con encajes del siglo XIX. El Lunes y el Martes Santo la hermandad expone en la Concatedral sus pasos y enseres, entre ellos los rosarios del Cristo, traídos por los propios cofrades desde todo el mundo cuando van de viaje. Este año llevará uno de la basílica de Guadalupe de México y el pasado lució otro del Vaticano bendecido por el Papa Francisco, explica la hermana mayor, Esmeralda Giner. De la procesión destaca la salida y la subida por el Casco Antiguo, cuando suena la marcha Nuestra Madre sube por Labradores. «También impresiona la bajada por la Rambla, con el mar de frente, y el regreso a casa, con el Encuentro final de ambos pasos en la plaza de Abad Penalva».