Investigadores de la Universidad de Alicante (UA) están desarrollando una técnica para eliminar los desagradables olores causados por los sedimentos marinos en playas y mejorar el color y la apariencia fangosa tanto en el litoral como en los puertos.

Las pruebas de esta investigación han arrancado en una zona de la costa de Dénia (Alicante), gracias a una ayuda concedida por el Vicerrectorado de Investigación, Desarrollo e Innovación de la UA y la colaboración de la empresa Route Pont, S.L., con amplia experiencia en el sector de la obra civil en medios acuáticos, y el Ayuntamiento, según fuentes de la institución académica.

En este trabajo interviene el científico César Bordehore, del Instituto Multidisciplinar para el Estudio del Medio "Ramón Margalef" (IMEM) y profesor del Departamento de Ecología de la UA, así como los investigadores María del Mar Cerdán y Antonio Sánchez, del Departamento Agroquímica y Bioquímica de la misma universidad.

Bordehore ha afirmado que los resultados efectuados con anterioridad en laboratorio han sido "muy satisfactorios" y ha señalado que ahora llevarán a cabo las pruebas de investigación a una escala mayor.

"Pretendemos que sea factible y asumible económicamente esta mejora ambiental y de uso" destinada a las playas que "contengan estos sedimentos anóxicos en los primeros metros, que no son muchas en el litoral español, aunque, en determinados casos, el impacto negativo es relevante", ha indicado.

Ha precisado que el tratamiento de estos materiales acumulados en zonas someras de costa permite, igualmente, una mejora medioambiental significativa por el incremento del potencial ecológico de los sedimentos para albergar fauna y flora.

Al mismo tiempo, según Bordehore, optimiza su calidad para el uso turístico-recreativo, al reducir "el mal olor y el color negro de este fango".

Además de las ventajas descritas para las playas, la aplicación de este tratamiento en puertos tiene otros beneficios al poder recuperar el sedimento para su vertido en playa, según fuentes de la UA.

Por un lado, un beneficio económico, pues el material dragado en estas zonas es arrojado en alta mar o en vertederos en tierra, lo que genera un aumento considerable de costes.

Y, por otro, ambiental, ya que se evitaría la pérdida de arena del circuito litoral al posibilitar el vertido en línea de costa de aquellos sedimentos que no contengan materiales contaminantes.

"La existencia de playas con esta problemática está generalmente asociada a la presencia de puertos y espigones donde se reduce drásticamente el impacto de olas y corrientes", lo que produce "condiciones de bajo hidrodinamismo que dificultan la oxidación de la materia orgánica", es decir, agua con poco movimiento que no permite la oxigenación del sedimento, ha explicado Bordehore.

También pueden estar presentes de manera natural en áreas como ríos, rías o estuarios que tengan un elevado aporte de materia orgánica, ha añadido.