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Los yihadistas detenidos regentaban empresas de textil

Dos negocios de ropa usada en Crevillent y Cocentaina servían para presuntamente enviar dinero, precursores para explosivos o armas

La nave de Cocentaina en una imagen tomada ayer, continuando con su actividad de reciclaje y venta de ropa usada. juani ruiz

Negocios de compra y venta de ropa usada. Recibir, clasificar, empaquetar, embalar, enviar. Eso es lo que oficialmente se hace en las naves que regentan en Crevillent y Cocentaina dos de los detenidos el domingo en la provincia por su presunta relación con una red yihadista. Lo que la Policía Nacional cree que en realidad se hacía allí bajo ese «camuflaje» era organizar el envío de material logístico a las principales organizaciones terroristas que operan en Siria e Irak, Jabhat Nusra (JaN) y Daesh (Estado Islámico), desde material militar a dinero, equipos electrónicos y de transmisiones, armas de fuego o precursores para fabricación de explosivos.

La investigación dirigida desde el Juzgado Central de Instrucción 6 de la Audiencia Nacional desmanteló el domingo de forma sorpresiva y de madrugada un entramado asentado en la provincia con cinco detenciones (un hombre de Crevillent al que se considera cabecilla de la red; y otros en Alicante, Alcoy, Muro y l'Alqueria d'Asnar), de forma simultánea a otras dos en Ontinyent y Ceuta. El blanqueo de capitales es otro de los cometidos que la Policía Nacional atribuye al grupo, que se habría asentado de forma definitiva en España después de actuar desde otros puntos de Europa y con la intención de aprovechar el envío de contenedores cerrados a Siria e Irak bajo el pretexto de ayuda humanitaria.

En Crevillent, una gran nave con hasta cuatro puertas de acceso para camiones permanecía ayer cerrada. El propietario de un negocio colindante de distribución textil a minoristas no quería dar muchos datos, pero en un español poco fluido y con acento indio no ocultaba sus sospechas: «Yo tengo abierto al público -decía-, ellos no; la puerta siempre está cerrada». Apenas dos o tres meses llevaba abierto el negocio, aunque la nave aún conserva los carteles de la empresa anterior. No hay nadie dentro, porque cada uno de los accesos está precintado por el juzgado. Más de seis horas estuvo la Policía registrando el local con perros adiestrados para llevarse consigo numerosas cajas.

Otros dos hombres que prefieren no dar su nombre regentan el otro negocio vecino. Uno de origen libanés y el otro español, llevan cuatro años dedicándose allí a la venta de «minimotos» o «buggys» y no están nada convencidos de la culpabilidad del detenido.

De hecho, plantean que más les parece una operación propagandística de la Policía, porque aunque el negocio apenas llevaba unos dos meses abierto y no saben explicar muy bien a qué se dedicaba («tenían una máquina grande de embalar, dos o tres mujeres marroquíes venían a trabajar»), dicen conocer al detenido de Ontinyent: «De este de aquí no conozco, pero no hemos visto nada raro; del de Ontinyent conozco a su familia y no es terrorista; terrorista no es». Coinciden en que es un hombre conocido y saben de su origen (madre siria, padre jordano, esposa española) y también del detenido en Crevillent («tiene pasaporte holandés y es de Alepo, Siria; antes vivía en Alcoy»), pero no lo ven nada claro.

80 trabajadores

La empresa propiedad del detenido en Muro, ubicada en el polígono La Lleona de Cocentaina y que el domingo fue también registrada, funcionaba ayer con normalidad, aunque en un clima de incertidumbre entre la plantilla de cerca de 80 trabajadores. Se trata de una empresa dedicada al reciclaje y venta de ropa usada, que está repartida en varias naves situadas en la citada zona industrial.

Los empleados, entre los que hay de origen tanto magrebí como local, se mostraban sorprendidos, afirmando que se habían enterado de la detención por los medios de comunicación. También destacaban que en ningún momento habían visto en la empresa nada que pudiese relacionarla con una célula yihadista. En las industrias cercanas tampoco ocultaban su sorpresa. No habían detectado nunca movimientos raros ni sospechosos, y el propietario es una persona de «buen trato» y «servicial».

Según las informaciones recabadas, la empresa está en funcionamiento desde hace unos 15 años, y la ropa con la que trabaja procede tanto de España como de otros países. En su momento ya registró una intervención, pero relacionada con contrataciones irregulares a trabajadores. En lo que respecta al detenido, es de origen magrebí pero cuenta con la nacionalidad española, y se encontraba plenamente integrado en Muro, donde reside. Concretamente en una casa de la calle Pintor Miquel Parra, donde el domingo se practicó el arresto. Además, tiene dos hijos con edad escolar, según las fuentes consultadas. La operación llevada a cabo por la Policía era motivo de comentario ayer en todas las poblaciones afectadas, sobre todo en Muro, l'Alqueria d'Asnar y Cocentaina, donde los despliegues fueron muy llamativos.

Desapercibido

En el restaurante del polígono La Cerámica, de nuevo en Crevillent, los propietarios no conocen al detenido de nada más que algún café. Pasaba desapercibido. Coche normal, aspecto normal, recién llegado. Creen que descargó allí un camión al principio... pero de noche.

Mientras tanto, en la calle San Lucas de Crevillent los vecinos aún se están haciendo a la idea. Marisún es vecina puerta con puerta, pero no pudo ver nada cuando la despertaron los golpes a las 4 de la mañana: «Me taparon la mirilla y yo no iba a abrir la puerta ni loca», dice. Ella y su hijo Damián recibieron con cierto recelo al nuevo vecino unas semanas antes de Navidad: «El casero me dijo que era un empresario que hablaba varios idiomas, pero cuando me lo encontré los primeros días me dijo que español no», dice ella. «¿Un empresario en pisos que se alquilan para gente que gana menos de mil euros...?», no cuadra, pero tampoco podrían decir de él nada malo.

Este hombre al que la Policía también atribuye el encargo de captar mujeres para casarlas en Siria, no recibía muchas visitas, vivía solo y con discreción. A través de la puerta entornada de su casa, desencajada a golpes por la Policía para entrar a detenerle, se ven unos zapatos en el suelo, un «narguile», la tabla de planchar y una alfombra. Poco más. Casi todo lo demás se lo llevaron de allí los agentes, según vecinas como Mari Carmen Cerdá, Toñi o Ester, que comentan lo sorprendente de que en su calle pudiera haberse camuflado el presunto líder de una red terrorista.

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