Cargadores de almacén, monitoras de menores en las bodas, dependientas en centros comerciales o, simple y llanamente, opositores. Es la profesión que ejercen actualmente maestros sin derecho a tiza que han aprobado, y con nota, varias oposiciones, pero que si no consiguen que les llamen de la bolsa y trabajar al menos un día este curso, verán cómo les pasan por delante incluso con peores notas.

«Ya no sabes qué decir a tu entorno. Después de tanto tiempo opositando tienes la sensación de que merecías algo... pero no llega». Entre la desesperanza que invade a Ángel López, uno entre más de un millar de docentes de toda la Comunidad sin plaza pese a haber aprobado en 2007, 2010 y 2015, se cuela débilmente el empuje que imprime haber formado un grupo en Facebook para tratar de representarse a sí mismos.

«Queremos un acuerdo para que nos consoliden en la bolsa laboral. Nunca hemos trabajado, pero es imposible si no se nos conserva el puesto después de las próximas oposiciones, al menos que mantengan la nota obtenida. Es como la pescadilla que se muerde la cola». Víctor Aznar, como la gran mayoría de ellos, ronda la treintena y no ha conseguido independizarse. «Vivo con mis padres, todavía no tengo familia, no te lo puedes plantear».

Ángel abunda en que es «frustrante» y su situación coincide con la de Víctor, «ni tengo ni quiero familia, la situación laboral lo determina todo. No tengo ganas, y a la hora de plantearte el futuro te dices que mejor no te implicas en eso». También siente que debe dar explicaciones a sus padres de cada paso que da, porque si no es por ellos no sobreviviría económicamente.

Julia Martínez, que también aprobó las oposiciones en 2013 y en 2105, sale del paso entreteniendo a los menores cuando hay bodas en Rojales, aunque sigue necesitando el respaldo económico de su familia. «Me gustaría trabajar para lo que he estudiado, Educación Infantil, ni monitora ni nada, pero no tengo otra cosa».

Figura en el puesto 450 de la bolsa de Infantil y tienen meridianamente claro que no trabajará tampoco este año. «Han salido sólo 18 puestos de trabajo en colegios para las adjudicaciones de esta semana, así que tengo asumido que no me llegará este curso tampoco».

Siente que clama en el desierto . «Ya llevo seis en el paro sin poder dedicarme para lo que me he preparado, queremos que sirvan de algo los años que llevamos estudiando». El 7 que sacó en la última oposición se le cayó hasta el 5 por carecer de méritos, así que su objetivo es un máster y el nivel B2 de inglés «pero estoy super agobiada, o me dedico a la oposición para mejorar nota, o me inclino por los méritos. Ahora mismo ya no se qué hacer y lo llevo todo a medias».

A Sonia Tenza le salva el sueldo de su marido, que logró plaza, también de maestro, hace un par de años, pero con un nene de dos años y más que embarazada, reconoce que este año le costará mucho presentarse «porque me toca el parto cuando sean las oposiciones».

Los recortes económicos del PP en la enseñanza, con repercusiones directas en la subida de la ratio por aula y en la ampliación de horas lectivas para los docentes, han sido como la puntilla en su desesperado día a día. No hay forma de que les llamen. En la bolsa de Sonia, de Física y Química, hay 225 aspirantes a ejercer la docencia y ella es la 70. «Igual tengo suerte...-confía todavía-. Con un minuto que trabajara...».

Ven «muy injusto» lo que consideran una absoluta falta de recompensa a su «continuo esfuerzo por mejorar la formación, sacrificando familia e hijos, sin que sirva para nada año tras año», como añade la propia Sonia. Prepara las próximas oposiciones en su escritorio, con el nene reclamándola y la perra también a sus pies. «No tengo ni fines de semana, pero todo para nada», se lamenta.

La bomba que soltó esta semana el sindicato mayoritario de la enseñanza en la mesa de negociación, reclamando que no se convoquen oposiciones sin bajar de antemano la ratio de alumnos por aula hasta niveles de antes de los recortes no les resuelve, porque choca frontalmente con el ahogo económico del Consell. Intervenida y sin los fondos necesarios, la Comunidad Valenciana no puede plantearse una contratación masiva de docentes retrotrayéndose a cuatro años vista -se perdieron más de 5.000 puestos de trabajo-.

Y en el entretanto, eternos aspirantes a enseñar tratan de abrirse camino. Ángel, que ya trabajó de camarero en Inglaterra, está dispuesto a irse de nuevo, pero como profesor de español. Lo que le falta es el dinero para otro título que sumar a su especialización de Geografía e Historia. Y Víctor, entre pedido y pedido en el almacén, mira oposiciones en otras autonomías.