Usted ironiza sobre la gran cantidad de libros de autoayuda dirigidos a mujeres, ¿tan mal estamos?
Parto de una información estadística del mundo editorial que dice que donde el mercado está más boyante es en los libros infantiles y de autoayuda y el segmento que más compra estos últimos libros es el de las mujeres. Se trata de libros con títulos muy elocuentes porque son una suma de tópicos que no hacen más que alimentar los fantasmas femeninos más comunes.
¿Cómo cuales?
Son títulos como «101 mentiras que los hombres les dicen a las mujeres», «La princesa que creía en los cuentos de hadas», «Mujeres que aman demasiado», «Mujeres inteligentes, elecciones tontas»... las mujeres los compran y tratan de buscar la respuesta a aquello que experimentan con malestar en su relación con los hombres.
¿Que subyace en el fondo de esto?
Por una parte hay cuestiones estructurales de lo que es la condición femenina y que atraviesan las distintas épocas de la historia. Pero también hay cuestiones del momento. Los discursos cambian según las épocas, pero el amor, el erotismo y el sexo están ligados a los ideales de cada momento. En las generaciones anteriores la vida de las mujeres tenía un destino trazado dirigido al matrimonio, a la formación de una familia. Ese modelo ha caducado. Vienen nuevas modalidades de pareja y de familia. Esto puede tener sus ventajas, si de verdad supusiera un horizonte de ampliación de los lazos amorosos. Pero en lugar de eso, se está dando pie a la disolución de los lazos amorosos y a un recrudecimiento de la soledad. El sentimiento de soledad es común a los seres humanos, pero la mujer lo experimenta de una manera más profunda.
¿Estamos huyendo del amor?
Más que huir del amor es huir del compromiso, con la búsqueda en nuevos medios que no son los de las contingencias personales, a través por ejemplo de internet, buscando perfiles distintos.
¿Está bien visto que una mujer no se quiera comprometer?
Ya no hay etiquetas. Estamos en la sociedad del neoliberalismo, no sólo económico, también aplicado a la moral. Todo vale siempre que sirva a los fines del consumo. El amor acaba siendo un mercado de consumo.
¿Buscamos a una pareja que satisfaga nuestros deseos y ya está?
Las mujeres juegan a esto pero antes o después se encontrarán con el vacío de las palabras amorosas y el sentimiento de soledad porque está en la estructura femenina. La relación sexual puede ser muy técnica, pero si no va acompañada de palabras acaba en un sentimiento de vacío.
¿Y cómo están afectando todos estos cambios a los hombres?
Les están afectando claramente. La virilidad está en franco retroceso. A los hombres cada vez les da más miedo o pereza tener que enfrentarse al deseo femenino con toda su complejidad. Porque la mujer nunca sabe bien qué quiere, así que ellos van reculando y se van alojando cada vez más en los goces solitarios. La vía de la masturbación ayudada por internet. Entran en la red a buscar pareja, pero en realidad no quieren conocerla en carne y hueso.
