Eran algo; ahora son alguien. O algunos, en el peor de los casos. Una revolución animalista está sacudiendo la sociedad de la Comunidad Valenciana. Como una corriente subterránea que empieza a emerger. No sólo son los cambios desatados tras el vuelco político de las pasadas elecciones municipales: Valencia impide circos con animales y la cabalgata de Reyes los ha sustituido por figurantes; Aldaia ha celebrado un referéndum sobre los bous al carrer donde ha ganado el «no» y otros cinco municipios planean consultas similares; se han prohibido festejos taurinos en Alzira o Gandia; el partido animalista Pacma dobló resultados en las autonómicas del 24M al convertirse en octava fuerza política valenciana con 24.916 votos (tantos como Vox, España 2000 y Som Valencians juntos).

Pero no es sólo eso. Hay que oír a Francisco Miguel Beltrán, presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de la Comunidad Valenciana. «Cuando yo empecé a trabajar era muy poco frecuente gastarse dinero en solventar problemas de salud de los animales. Los vacunaban contra la rabia, porque era obligatorio, y punto. Era raro gastarse dinero en caso de enfermedad. Veinticinco años después, la situación es totalmente diferente. Hoy es realmente excepcional quien no presta atención veterinaria a sus animales», resume.

Los algo empiezan a ser alguien. Pero ¿cuántos son estos otros valencianos? ¿Pueden cuantificarse los animales que habitan de Vinaròs a Pilar de la Horadada? La exactitud es una quimera. Pero sí que puede conocerse -dejando al margen aves de paso, insectos y peces- los animales registrados. Y son 13,4 millones de animales correspondientes a las principales especies ganaderas (casi el triple que personas habitan la Comunidad Valenciana) más las abejas que habitan en 368.000 colmenas. Entre pollos, gallinas y pavos suman 10,8 millones. Pero destacan los 1,5 millones de cerdos, las casi 400.000 ovejas y cabras, y los 635.000 conejos. Estos son los animales vivos registrados a fecha de enero de 2016 en las explotaciones valencianas.

Además, identificados como animales de compañía, figuran en el censo valenciano del Rivia más de un millón de mascotas. Sus responsables estiman que el 40 % de los registrados pueden haber fallecido, ya que sus dueños no los dan de baja. Así serían 612.000 perros. Gatos hay muchos más de los 34.000 registrados.

Proliferación de asociaciones

A Paqui Sahuquillo le gusta una idea: el animalismo ha salido del armario. «Esto ya no es un asunto de la vieja loca con el carro de la compra que da de comer a los gatos. Ya hay mucha gente con cultura o con tirón mediático que aboga por los derechos de los animales. Cada vez gritamos más gente y las voces son más fuertes. Cada vez hay más personas contra las pieles, contra los maltratos o abandonos, y cada vez hay más veganos», sostiene.

En la actualidad hay registradas 36 asociaciones para la defensa y la protección del bienestar animal. El número de núcleos zoológicos es de 731. El presidente de los veterinarios celebra el cambio. «Hace años, los animales no eran tenidos en consideración. Merecían menos respeto que un bien material. Hoy no es así, y en ese cambio ha influido el aumento del nivel de vida, del nivel cultural y formativo», agrega. Pero fija un reto. No de leyes ni de protecciones. Sino de convivencia entre los con y los sin animales. «Que nuestro gusto por tener animales no moleste a otros. Ni por ruidos, ni por excrementos en la calle o suciedad», subraya Beltrán.

La cara B está en los mataderos. En los 56 mataderos valencianos (en diez años han cerrado 34) se mató en 2014 un total de 101,5 millones de animales. Destaca el sacrificio de aves: más de 97 millones de cabezas de gallinas, pollos, pavos, etc. Le siguen en importancia los conejos, con 2,3 millones sacrificados, y el porcino, con 1,2 millones de cerdos matados. Luego aparecen 660.193 cabezas de ovino muertas en mataderos, 153.436 cabezas de vacuno sacrificadas, y 28.105 caprinos sacrificados en matadero. Su último alarido fue menos doloroso que antes, pero siguió sin ser escuchado.