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Los colores de Maldonado se apagan por falta de mantenimiento

El mural decorativo en las escalinatas de acceso a la plaza del Puente está lleno de pintadas apenas dos años después de su inauguración

Algunas partes del mosaico decoratio de la calle Maldonado están ya emborronadas PILAR CORTÉS

El mural de colores que desde hace dos años atrae las miradas de vecinos y visitantes, proyectado por la anterior Concejalía de Imagen Urbana para realzar este acceso al Castillo de Santa Bárbara, está perdiendo el lustre que tenía a consecuencia de las numerosas pintadas que lo emborronan y de los orines, algo que los vecinos achacan al botellón en el Casco Antiguo. La decoración, obra del artista alicantino Ferran Gisbert para mejorar el entorno de las escalinatas en este rincón del Barrio, fue un proyecto del concejal del anterior gobierno del PP, Adrián Santos.

Se trata de un mural interactivo puesto que en el suelo se marcaron varios puntos para que los visitantes busquen el lugar exacto desde el que se puede ver al completo la decoración, con unas tonalidades «acordes con el entorno». Así lo defendió en su momento el edil ante la división de opiniones entre los vecinos, apostando por efectos ópticos y una intersección concreta en las escalinatas que dan a Virgen del Carmen en la que las líneas coinciden creando efecto de lienzo.

Sin embargo, el rincón de colores de Maldonado, que pretendía poner en valor este acceso a la Plaza del Puente, a los Pozos de Garrigós y a la Ereta como un lugar emblemático con vistas espectaculares al Castillo, se ha convertido en refugio de jóvenes los fines de semana que se reúnen allí y pintan grafitis sobre los colores, según denuncian los vecinos. Algunas de las paredes están repletas de garabatos, afeando la obra y el espíritu inicial que tenía de embellecer ese espacio, por el que transitan muchos turistas, en aumento desde que se inauguró el Torreón de la Pólvora en la plaza del Puente.

El mural lleva por nombre «Oasis» y su autor, un alicantino afincado en Madrid, se inspiró para realizarlo en las señas de identidad de la ciudad que llevaron a los primeros pobladores a instalarse en el entorno. Pretendía representarlo mediante líneas paralelas de colores.

«Es vandalismo», afirman los vecinos del Casco Antiguo. «Y va unido al botellón totalmente. Es todo lo mismo. Lo han destrozado completamente, algo reprobable, aunque desde Laderas del Benacantil nunca estuvimos de acuerdo en que se pintase el mural porque sabíamos el destino que iba a seguir, independientemente de que nos gustase más o menos estéticamente», apuntó José María Morán, representante de la asociación vecinal.

La entidad denunció de paso la destrucción de un olivo que estaba en un macetero en la subida de la escalera. «Fue tronchado absolutamente. Era un pequeño olivo que estaba en un macetero de hierro colado redondo. Demasiado había durado», dijo.

La asociación vecinal recordó que pintar así el rincón de la calle Maldonado fue una decisión unilateral de la anterior Concejalía de Imagen Urbana, «porque no nos dieron lugar a opinión. Hicieron lo que quisieron, se gastaron lo que quisieron y así han dejado las arcas municipales». «Nosotros estábamos en contra porque vivimos ahí y sabemos que nuestro Casco Antiguo necesita otras cosas diferentes a efímeras intervenciones artísticas que costaron un pastón. Fue algo inadecuado y una actuación muy arbitraria. Le dijimos al concejal que había otras prioridades estéticas pero no nos hicieron caso». Los vecinos anteponen a este tipo de iniciativas la solución a otros problemas que se eternizan como el botellón o el ruido en la calle por los veladores.

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