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Forenses y médicos se unen para prevenir casos de muerte súbita

Informan a familiares de enfermos de que las dolencias cardiacas pueden ser hereditarias

Forenses y médicos se unen para prevenir casos de muerte súbita

Unas 30.000 personas fallecen cada año en España de muerte súbita, la mayoría de ellas por una enfermedad de origen cardiaco. Detectar qué personas sufren estas dolencias y ponerlas en tratamiento para evitar un fatal desenlace es el objetivo de la Unidad de Cardiopatías Familiares del Hospital General de Alicante. Un servicio que atiende en estos momentos a cerca de 600 familias, 1.700 pacientes de toda la provincia de Alicante. Y es que muchas de estas cardiopatías tienen un origen genético, por lo que es necesario estudiar a los familiares más cercanos del enfermo. En este sentido, desde hace unos años, esta unidad cuenta con el apoyo del Instituto de Medicina Legal de Alicante. Cuando los forenses determinan que ha habido una muerte súbita de origen cardiaco, derivan a los familiares del fallecido al hospital para hacerse un reconocimiento.

La unidad, adscrita al servicio de Cardiología que dirige Francisco Sogorb, está estructurada en dos áreas atendiendo al origen de las dolencias. La más grande en cuanto a pacientes es la dedicada a las enfermedades cardiacas estructurales, es decir, aquellas que cursan con una alteración estructural del corazón por afectación del músculo cardiaco (miocardiopatías). «En estos momentos tenemos a 468 familias en seguimiento, lo que supone unos 1.400 pacientes», explica Vicente Climent, cardiólogo de la unidad. De estas familias, 25 han llegado a la unidad tras haber fallecido algún familiar por muerte súbita. «El resto son pacientes a quienes se les detecta el problema cardiaco bien durante una prueba rutinaria, en un preoperatorio o bien porque han mostrado síntomas como dolor en el pecho o una arritmia». Una vez detectado el defecto estructural del corazón, «estudiamos a su familiares directos por si también lo padecen».

La segunda área de la Unidad de Cardiopatías Familiares del Hospital General de Alicante está dedicada a las denominadas canalopatías, dolencias que provocan alteraciones en la actividad eléctrica del corazón, «sin que la estructura del mismo esté alterada», señala Amaya García cardióloga en la unidad.

Este tipo de dolencias se han descubierto hace pocos años y «son más difíciles de detectar porque aparentemente la estructura del corazón está bien e incluso un electro o una ecografía pueden salir normales», explica García. Este área tiene en estudio actualmente a 120 familias, unas 360 personas. «La mayoría vienen tras haber sufrido una pérdida de conocimiento o una muerte súbita recuperada. Además, 20 familias han sido derivadas por los forenses».

Las miocardiopatías y las canalopatías son las responsables del mayor número de casos de muerte súbita en personas jóvenes. A todos las personas que llegan a la unidad se les hace un exhaustivo estudio y un abanico de exploraciones. En determinados casos los médicos también recurren a estudios genéticos a partir de muestras de sangre. «En algunos casos, hasta un 60%, podemos identificar la mutación genética causante de la dolencia», señala Vicente Climent. En caso de aparecer una mutación, «se hace un estudio a toda la familia buscando ese gen alterado».

Cuando se detecta una dolencia cardiaca, el siguiente paso es «hacer un protocolo para determinar el riesgo de muerte súbita del enfermo», explica Vicente Climent. Quienes hayan tenido un antecedente familiar tienen un riesgo más elevado. Los antecedentes y otro tipo de factores determinan el perfil de riesgo del paciente.

Los tratamientos pueden ir desde cambiar hábitos de vida a tomar medicación que ayude a controlar la enfermedad. Sin embargo, en el caso de que haya un riesgo muy elevado de sufrir una muerte súbita «al paciente se le implanta un desfibrilador». Este dispositivo subcutáneo mide constantemente la actividad del corazón como si fuera un electro y ante un episodio de muerte súbita emite una descarga similar a la de un desfibrilador. Esta unidad lleva colocados cerca de un centenar

En el caso de las canalopatías, «la mayoría de pacientes lleva desfibrilador ante la falta de fármacos efectivos», sostiene Amaya García. En este sentido, los cardiólogos del Hospital General ya tienen experiencia en implantar estos dispositivos en gente muy joven. «Se lo hemos puesto a niños de 9 años y en estos momentos tenemos a un bebé de 11 meses a la espera de que sea un poco más mayor para implantarle un desfibrilador».

La colaboración de los forenses para poder detectar este tipo de patologías ha sido decisiva. «La mayoría de casos de muerte súbita ocurre mientras se hace deporte, en plena calle o en domicilio, por lo que entra en el terreno de los forenses ya que ningún médico ha certificado este fallecimiento», explica Begoña Cardona, forense del Instituto de Medicina Legal de Alicante. Ante una sospecha de muerte súbita en una persona por debajo de 50 años se activa un extenso protocolo. «Tomamos muchas muestras ya que, por ejemplo, hay que hacer un estudio toxicológico para descartar el consumo de drogas». Los forenses también descartan que detrás el fallecimiento se oculte la ingesta de anabolizantes. Siempre se intenta llegar a un diagnóstico. «Cuando hay un defecto estructural del corazón por lo general se ve, pero en el caso de las canalopatías no es sencillo». De lograr ese diagnóstico de una cardiopatía familiar o ante una elevada sospecha de que la haya, los forenses informan a la familia para que se ponga en manos de los especialistas del Hospital General.

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