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Una arquitecta revolucionaria

Verónica Francés Tortosa, de la Universidad de Alicante, logra un premio internacional al talento

Verónica Francés aprovechó material reciclable para abaratar costes y resolver problemas actuales de vivienda con una nave vacía de 170 metros, motivo del premio.

«No es un proyecto de fin de carrera al uso, que destaque por definir un edificio y diseñar plantas y planos. Me he arriesgado con algo distinto, registrando lo que sucede día a día durante un año con el problema de la vivienda y relacionando la problemática de los desahucios y de las viviendas vacías». Verónica Francés, recién graduada en Arquitectura por la Universidad de Alicante, vivió durante un año en Madrid para elaborar su proyecto, participando tanto en los movimientos sociales como en todo tipo de colectivos para desarrollar procesos de vida en una ciudad.

Las notas que tomó a lo largo de ese tiempo y la puesta en práctica de esas vivencias conformaron el «Diario de una arquitecta, Manual de insurrección arquitectónica», que le ha hecho acreedora de uno de lo siete premios internacionales del prestigioso concurso holandés Archiprix, que en su séptima edición ha coincidido con la primera en la que participa España.

Cada universidad apuesta por un proyecto fin de carrera y el presentado por la UA, de Verónica Francés, ha convencido al jurado entre otros 381 de hasta 87 países. «Han destacado la implicación social y política con la realidad actual y mi respuesta hacia ese problema desde la arquitectura», apunta la autora.

Domesticar el espacio

Tampoco se trata, añade, de una solución única y acabada. Verónica ha registrado el diseño arquitectónico de espacios con la participación de varias personas en su autoconstrucción para hacerlos habitables, y a coste cero, a base de elementos reciclables. En concreto, una nave industrial vacía a la que se fue con otras seis personas que no tenían vivienda y que convirtieron en un espacio habitable, y con usos también para organizar actividades culturales y de ocio colectivo.

«Domesticamos el espacio de 170 metros cuadrados, explorando dinámicas de aprovechamiento. Es una arquitectura de código abierto en constante reconstrucción, de utilidad social y mediante un proceso colaborativo que no hace imprescindible al arquitecto», admite la estudiante, que da a la Escuela Superior Politécnica de Alicante parte del mérito por la libertad que le dieron en el proyecto.

Resistencia

El propio jurado destaca en el acta del premio «la gran conciencia social y política de los diseñadores -siete premiados de todo el mundo-. No sólo quieren ser buenos arquitectos, sino también buenos ciudadanos», como demuestra el trabajo de Verónica Francés.

A la hora de llevar a la práctica la habitabilidad de la nave, sustituyó pilares de madera por estructuras de pladur, más baratas, y aprovechó materiales de aglomerado «sin mermar la seguridad», afirma. En su proyecto ha incluido, además, los espacios que el 15M ha hecho habitables en las ciudades, autogestionados por los vecinos a partir de estrategias de resistencia. «Mi proyecto tiene material exportable para acciones participativas en una ciudad que ya están aprovechando», declara la autora muy satisfecha.

Verónica define su originalidad como una «contra geografía que sirve para conectar todo tipo de iniciativas locales sobre la problemática de la vivienda con la arquitectura como intermediación». Frente al espacio público tal y como se conoce oficialmente, reivindica «los espacios comunitarios que son los que conforman la contra geografía». Un nuevo modelo arquitectónico y pedagógico.

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