Un informe de la empresa Agbar -matriz de Aguas de Alicante e Hidraqua- sobre los hábitos del consumo de agua potable en la provincia de Alicante revela que un 87% de la población -casi nueve de cada diez habitantes- no bebe nunca agua del grifo debido a que, según su impresión, no tiene un buen sabor, huele mal, o sabe y huele a cloro. Este porcentaje tiende a disminuir en los últimos años, pero demuestra la desconfianza de los alicantinos hacia un recurso cada día más escaso en la provincia debido al avance de la sequía y los problemas en cuencas cedentes como las del Tajo y el Júcar.

Sin embargo, el estudio de los técnicos de Hidraqua demuestra con sus análisis que el agua «dura» de Alicante es mucho mejor en calidad que la de otras zonas de España debido a su contenido en calcio y magnesio que, entre otras prestaciones, protege del carácter corrosivo de las agua blandas. Y, además, existen diferentes tecnologías que ya se aplican en la provincia para poder corregir los supuestos «malos olores y sabores» del agua. Curiosamente, en el informe, que forma parte de libro «Cómo se gestiona una ciudad», que acaba de publicar la Universidad de Alicante, también se observa un acusado descenso del consumo de agua envasada y un aumento de la utilización de agua filtrada.

Según el informe, el principal olor que genera rechazo a beber el agua del grifo se refiere al cloro. Ello es debido a que el agua del grifo debe contener un cierto nivel de cloro residual cuya función básica es actuar contra contaminaciones puntuales externas, ajenas al sistema de distribución.

Otros olores del agua pueden ser debidos a las combinaciones cloradas (clorofenoles), que se generan en el tratamiento del agua ya que para amortiguar la formación de éstos se debe clorar.

Por otra parte, los sabores del agua se deben al origen de ésta, ya sea superficial o subterránea. El contacto con diferentes tipos de suelos disuelve los minerales que lo forman, bien la formación de lodos y fango.

El estudio recomienda, por tanto, que las plantas potabilizadoras se diseñen en función del origen del agua que van a tratar, es decir, por las características que estas puedan tener o evolucionar a lo largo del año hidrológico, lo que obliga a que dispongan de diferentes tecnologías para que en cualquier momento puedan producir un agua de excelente calidad. Las analíticas sobre el agua bruta determinarán la calidad de ésta y en base a ella se definirá el método más eficaz para su tratamiento.

Existen diferentes tecnologías para poder corregir ese sabor y olor del agua que se produce: por ejemplo, si el agua bruta que entra en planta viene con un exceso de materia orgánica será más conveniente desinfectarla con dióxido de cloro que con cloro gas. Si aún persiste el sabor y el olor se puede dosificar carbón activo el cual por su alto poder de absorción reducirá considerablemente los olores y sabores del agua.

Otra percepción que destaca, no sólo al saborear el agua sino también a la vista (por el residuo seco que queda al evaporarse el agua) y al tacto sobre la piel, es la consideración de aguas duras o blandas.

El sistema de medida más extendido son los grados franceses (ºF) que está basado en el contenido de calcio y magnesio en el agua.

Decir que un agua es blanda es sinónimo de un agua ácida, corrosiva, agresiva; mientras que un agua dura es todo lo contrario, según los técnicos de Agbar. ¿Qué es mejor?, ¿un agua blanda que corroerá las tuberías que al ser eminentemente metálicas son susceptibles de transferir metales al agua para ser ingeridos; o será más conveniente disponer de un agua con cierta dureza que tenderá a ser incrustante, es decir, a producir una capa de protección, contra esa corrosión, por la precipitación de esas sales de calcio y magnesio?

Según el informe que presentó Francisco Javier Prieto, gerente de concesiones de la Zona Norte de Hidraqua, desde el punto de vista de la ingestión del agua se considera más beneficiosa o menos perjudicial un agua de características duras (la de Alicante) frente a un agua blanda. Sin embargo, la formación de esa capa de protección de las agua duras, también llamada biofilm, puede ser la causa de la proliferación o desarrollo de la bacteria de la Legionella. por lo que los sistemas de riesgo deben ser sometidos a una desinfección y desincrustación periódica. Pero de ahí a emplear, de forma generalizada, sistemas de ablandamiento del agua puede ser más perjudicial que beneficioso.

Beneficios del agua dura

En cuanto a la característica principal del caudal que se distribuye para abastecimiento urbano en la provincia, la dureza del agua del grifo no supone ningún problema para la salud sino todo lo contrario: el calcio y el magnesio son esenciales para la salud.

Una dieta rica en calcio es fundamental para la formación y el mantenimiento del tejido óseo, el funcionamiento correcto del sistema cardiovascular y la secreción de hormonas.

El magnesio es indispensable para numerosas funciones celulares, para la mineralización ósea, la transmisión de la actividad neuromuscular y del sistema nervioso central, y la función cardiaca.

En definitiva, y desde el punto de vista de la salud, las aguas duras tienen una serie de ventajas. Aporte nutricional de las necesidades diarias recomendadas de ingesta de calcio y magnesio, dan lugar a una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares y mayor protección del sistema óseo. Y desde un punto de vista físico-químico las aguas duras tienen la ventaja de proteger las canalizaciones contra la corrosión y permiten un aclarado más rápido, por ejemplo, del jabón.