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Polémica en torno a un motor económico

Decibelios de oro o una tortura

El «negocio de ruido» ligado a restaurantes y pubs es el gran caballo de batalla de los Ayuntamientos

Arriba Elche sobre estas líneas «marcha» en Torrevieja. sergio FErrández

Doce mil empresas, cerca de 80.000 trabajadores afiliados la Seguridad Social (régimen general y autónomos) en la temporada alta (60.000 de media todo el año) y una contribución de 5.000 millones de euros al PIB de la provincia (13%), según un informe de la Asociación Provincial de Hostelería con datos del departamento de estudios de Coepa. Estos son los números del sector hostelero alicantino, mirado ahora con lupa por diferentes administraciones, repudiado por los vecinos afectados y que en los últimos 6 meses, los mismos que lleva gobernando el tripartido en Alicante, ha generado un problema que nadie acierta a atajar.

El exitoso «tardeo ha convertido en los últimos dos años al centro de Alicante en el punto neurálgico del ocio del fin de semana no sólo de la Comunidad Valenciana (en Valencia no existe), sino para gran parte de los jóvenes de la provincia, de territorios limítrofes como Murcia o Albacete, de Madrid y hasta de media Europa, gracias a los vuelos de bajo coste que traen todos los fines de semana a grupos de jóvenes que buscan diversión ininterrumpida durante casi 15 horas seguidas, la franja que va desde el mediodía a bien entrada la madrugada.

Según un estudio de Tomás Mazón, profesor de Sociología del Turismo en la Universidad de Alicante y autor del único informe que existe sobre el impacto del «tardeo», esta actividad mantiene 500 empleos de lunes a viernes, casi el doble los fines de semana, con un gasto medio en alquiler de locales de 3.000 euros de media, un gasto en proveedores de 400.000 euros mensuales y una facturación global de más de cuatro millones de euros al mes, unos 50 millones al año.

La proliferación de locales en el centro de Alicante, ciudad que no sólo atrae a clientes, sino a empresarios deseosos de repartirse el maná, está a punto de provocar, sin embargo, altercados de orden público con los vecinos afectados. Residentes, muchos mayores, que se desayunan, día tras día, con el anuncio de medidas pero que nunca se concretan, como recuerda Alcázar Moreno, una de las portavoces de los damnificados del ruido.

El Ayuntamiento de Alicante, ni con el PP antes, ni con el Tripartito después, ha hecho las oportunas mediciones de ruido a las que estaría obligado por la ley, por lo que no hay datos oficiales. Los realizados por una empresa contratada por los vecinos son reveladores. Mientras la ley del ruido establece que el volumen máximo en la calle debe ser de 45 decibelios por la noche, en el centro de la capital de la provincia, donde se concentra el «tardeo» no bajan ningún fin de semana de los 78/90 decibelios, según Alcázar Moreno. «La conclusión de la empresa es que soportamos el mismo ruido que tendríamos viviendo a pie de una autovía con un tráfico de 10.000 coches a la hora», subraya Alcázar Moreno. « Las cosas tienen que aprobarse en el Pleno y hasta ahora todo es un relato de buenas intenciones», asevera Moreno.

La apertura de restaurantes y pubs se disparó en los últimos años de gobierno del PP en Alicante, pero la hostelería es clave en toda la provincia para sostener los sesenta mil empleos oficiales de media todo el año, algunos con contratos precarios de «media jornada» y curro de completa, a los que han tenido que recurrir desde los trabajadores expulsados de la construcción, a los universitarios que no tienen un empleo digno tras sus años de Grado.

En BenidormBenidorm el problema se junta, incluso, con un repunte de la prostitución en la zona donde se concentran los establecimientos dirigidos al ocio de los británicos, algo que tiene levantados en armas a los vecinos y a muchos hoteleros, que han tenido que tomar medidas para, incluso, proteger a clientes y al propio hotel. Desde el refuerzo de la vigilancia por las noches hasta prácticas comerciales como no reservar menos de 5 días, lo que disuade a estos grupos de jóvenes que vienen a «quemar» la ciudad.

ASÍ ES VIVIR EN CASTAÑOS CON EL TARDEO

Pero el problema grave sigue estando en Alicante, donde se concentra el ocio dado que se ha creado una estructura gigante que permite una variedad de oferta con la que resulta difícil no satisfacer a quien llegue a la calle Castaños o la plaza Gabriel Miró, epicentros de la nueva movida, como en los 80 lo fuera el Barrio, hoy con la mitad de sus locales con el cartel de «traspaso o alquilo». Una situación que ha provocado un resurgir de la hostelería en Alicante pero también para el resto de la provincia, hasta el punto de que el crecimiento del empleo era hasta octubre hasta un 5% veces superior al del resto de las actividades de la provincia.

El profesor Armando Ortuño, especializado en la gestión de las ciudades sostiene que, «el «tardeo» es una respuesta social a las características y bondades de la ciudad mediterránea, así como una victoria del espacio público sobre otros modelos de ocio cerrados. No creo que su alcance deba considerarse como tal, sino que más bien podría ser complementaria a una estrategia turística definida con productos de mayor valor añadido».

En otros puntos de la provincia, la situación no llega a la generada por el «tardeo» pero también hay problemas. En Benidorm, la lucha contra este problema tiene dos vertientes. Por un lado, la policial y por el otro la de los propios vecinos. Existe una plataforma vecinal para acabar con esta problemática, que afecta a los barrios del Rincón de Loix y Boca Calvari. La Policía Local tiene una serie de agentes especializados en controlar los niveles de ruido de los locales, sobre todo, de ocio nocturno. Además, el Consistorio está trabajando en una nueva ordenanza que endurezca los métodos para evitar infracciones, así como modernizarlos. De hecho, están estudiando implantar un sistema, que vía internet, controle si se supera el volumen permitido en los distintos establecimientos que cuentan con limitadores.

En Elche la oferta del ocio nocturno se encuentra de capa caída, y la moda del «tardeo» es aún más escasa. La mayor parte de los locales con actividad los fines de semana se localiza en el centro de la ciudad, pero la falta de variedad es uno de sus grandes obstáculos. En el casco histórico hay una Asociación de Afectados por el ruido que ha venido denunciando la contaminación acústica. Hace más de una década, los pubs del barrio de la Zapatillera también quedaron desmantelados por las quejas vecinales, y el ocio nocturno se trasladó a las grandes discotecas del polígono de Altabix y los bajos del estadio Martínez Valero, hoy también en crisis.

Torrevieja ha cerrado tres discotecas desde el pasado verano, entre otros motivos, por incumplir la normativa autonómica contra la contaminación acústica. Desde junio han tenido que suspender su actividad varios de los principales locales de ocio nocturno de la ciudad. Entre ellos, el Vela Beach y la discoteca 222 -con más de tres décadas de trayectoria-. La problemática en Alcoy e Ibi, poblaciones con mayor nivel de «marcha» en l'Alcoià-Comtat y la Foia de Castalla es reducida.

El ruido le sigue quitando el sueño a la Marina Alta. El pasado verano, se abrieron nuevas discotecas en el puerto, que ha irrumpido en el mapa del ruido de Dénia. Mientras, en Xàbia, la discoteca Molí Blanc, precitada en 2014 por las denuncias por ruido, instaló antes del verano pantallas acústicas para absorber la música. Este año ya no ha habido quejas, lo mismo que en Calp tras la declaración de Zona Acústicamente Saturada de la calle Castellón.

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