La cumbre de París sobre Cambio Climático ha terminado con un acuerdo de mínimos destinado a limitar a algo menos de dos grados el incremento de la temperatura durante el siglo actual. La subida aceptada como «inevitable» se trata de no superar ese umbral para no desencadenar procesos que aceleren el calentamiento tiene sin embargo consecuencias negativas para la Comunidad Valenciana: el territorio autonómico queda en realidad en uno de los peores escenarios posibles debido a su posición geográfica en un espacio de frontera climática muy vulnerable a transformaciones que prácticamente se dan por seguras, incluso con el acuerdo firmado ayer en París.

Las previsiones no son optimistas. En ese escenario «positivo» en el que se limitan las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de acuerdo a lo pactado en París, la temperaturas máximas en las ciudades del litoral de la Comunidad subirán entre 2 y 3 grados. De hecho, entre 1984 y 2013, en Valencia el termómetro ya ha subido a un ritmo de o,003 grados por año que representan 3,1 grados por siglo.

Los expertos consideran también que existe una «tendencia» al aumento anual de noches tropicales (o,22 días por año) y días cálidos (o,02 días año). Hacia finales de siglo se estima que habrá entre 69 y 81 días más de noches tropicales y entre 23 y 51 días más de días cálidos en verano presentando condiciones de ola de calor.

Las implicaciones en salud, calidad de vida, ecosistemas naturales, biodiversidad e impacto sobre la población más desfavorecida son, en este contexto de profunda transformación del clima, difíciles de evaluar.

En el ámbito de los recursos hídricos, la reducción de los caudales del Júcar, en los que se basa la agricultura , se sitúa en una horquilla de entre el 24 % para un escenario moderado de subida de temperatura y cambios en el régimen de precipitaciones y del 32% si no se logra detener las emisiones.

Según el estudio realizado por la dirección general de Sostenibilidad de la Costa y el Mar, la línea de costa en la Comunidad habrá retrocedido 14 metros en el año 2050 y 40 en el 2100.

Además de las ingentes sumas de dinero que habrá que invertir para adaptarse a la nueva situación y proteger las infraestructuras del litoral, es difícil evitar afecciones a la actividad turística uno de los motores económicos del país, que no saldrá tocada de la nueva coyuntura.