«¿Estudias o te relajas?». Algunos rozan los ochenta años y otros pasan de los noventa y están encantados de aprender. No se ven en casa frente a la tele o sentados en un banco dejando que la vida les lleve, ellos quieren sujetar las riendas también de su vejez, aunque estén controlados por sus hijos que quieren saber constantemente dónde están. Acuden cada semana a la Universidad de Alicante, donde lo que aprecian, sobre todo, es conocer cosas nuevas cada día, convivir con otras personas, aunque sean polos opuestos a sus pensamientos, y sentirse como jóvenes universitarios.

Son «viejóvenes» porque aunque son mayores en su aspecto, y lo dice su carné, en su mente sienten la inquietud de aprender de quien tiene toda la vida por delante. Acuden desde hace años a las clases de la Universidad Permanente de Adultos de la Universidad de Alicante (UPUA).

La Universidad para Mayores nació en el año 2000 con 200 alumnos, hoy cursan estudios 1.378 personas, 813 de las cuales son mujeres. Y en las aulas hay tres generaciones de estudiantes, los mayores de 50 y hasta 64 (que superan el medio millar), los 754 de entre 65 a 79 años y el más de medio centenar que supera los 80 años.

Tres estudiantes pasan ya los 90 años, entre ellos Carmen Moratal que advierte que «los 90 llegan sin que te enteres». Es el optimismo en persona y tiene la gracia a raudales. Considera que durante toda su vida «he sido esposa floral. Ahora me siento universitaria. Aprendo muchas cosas nuevas que me hacen coger libros y gracias al carné entró más barato en el cine», bromea, al asegurar que presume de ser estudiante y le gusta sorprender cuando lo dice. «Aquí vengo a aprender, aunque sé que enseguida se me va a olvidar». Reconoce, porque ninguno renuncia a contar que tienen sus achaques y que no tienen el ímpetu de la juventud, pero sí la ilusión.

De los 52 estudiantes de la Universidad que tienen más de 80 años hay diez que están en la franja que va de los 86 a los 90 años. Y entre los estudiantes hay personas formadas y con carrera universitaria que al jubilarse han querido seguir aprendiendo y conocer otros campos totalmente distintos, así como muchos otros que confiesan «tener ahora más cultura que hace doce años cuando empecé en la universidad», como cuenta Pepe Baeza a las puertas de los 80 años. «Me jubilé en 2003 y al poco me matriculé en el primer curso».

Paquita Baeza le lleva ventaja en años, tiene 84, y en veteranía, hace 15 que empezó su primer curso y desde entonces forman parte de su vida y reconoce que los necesita para complementar su día a día. Ha sido maestra y confiesa haber disfrutado de su profesión, «y cuando me jubilé, me integré en esto para seguir adelante y tener un campo amplio para disfrutar, y lo he hecho con la literatura, la historia, el arte, el cine...».

José Mariano Solanot tiene 85 años y confiesa que «disfrutamos como niños. Aquí estamos, haga frío o calor. Acabas saliendo con un bagaje de conocimientos que nunca soñé después de jubilarme. Estoy aprendiendo tanto..., aunque mi disco duro está lleno».

Elvira Pizano, de 80 años, encontró en la formación una forma de olvidar un revés en la vida al que ahora da las gracias. «Era el ama de casa perfecta y así habría seguido para siempre», hasta que hace treinta años comenzó a apuntarse a cursos de arte «para ocuparme y evadirme», y hoy es una artista polifacética que igual pinta que hace fotografía y también grabado y, además, forma parte del grupo de poesía surgido de las clases de Literatura de la Universidad de Alicante.

La directora de la Universidad Permanente, Concha Bru, explica que «nuestro programa se centra en la formación y el aprendizaje, el desarrollo personal y la promoción de una ciudadanía activa capaz de mantener un gran nivel de autonomía en la sociedad del conocimiento del siglo XXI». Afirma que la máxima que más define a los alumnos es «aprender por el placer de aprender». Y añade que «hemos participado en 12 proyectos de investigación europeos y 5 nacionales que permiten llevar a cabo un proceso constante de innovación educativa, que actualiza el programa formativo y que se adapta a las demandas y exigencias de la ciudadanía. Y cuenta que «la jubilación es el momento perfecto para desarrollar pasiones e inquietudes abandonadas o desconocidas».