Aperos, pequeños animales que hacen las delicias de los más pequeños, figuras que se cambian cada año...Los belenes alicantinos ofrecen múltiples detalles que proceden del costumbrismo, estilo que impregna la exposición «Los mensajeros de Dios» en la Diputación, formada por siete escenas sucesivas inspiradas en el Evangelio, que alcanza los veinte metros de largo, y seis belenes, la mayoría inspirados en paisajes de la provincia. «Uno de ellos es una calle rematada con el castillo de Villena», destacó el presidente de la Asociación de Belenistas, Alejandro Cánovas, que inauguró ayer la muestra junto al obispo, Jesús Murgui, y el diputado de Cultura, César Augusto Asencio.

Los belenistas se han volcado en esta obra, que se puede visitar hasta el 6 de enero en el Palacio Provincial, en la que han empleado más de cinco mil horas de trabajo minucioso. El que requería, apuntó Cánovas, un nacimiento que sólo en las casas de sus paisajes lleva 5.000 tejas, «hechas también una a una». En cuanto a las figuras elegidas, son del maestro murciano Nicolás Almansa y están valoradas en 5.000 euros. Una de las escenas contiene un belén en miniatura del catalán Joan Mestres como homenaje a su creación, que representa una escena navideña armando el belén.

Esta exposición es uno de los doce belenes, entre ellos el municipal que aún no se sabe cuándo podrán montar en la estación de Renfe, que han tallado este año los artesanos alicantinos del belén. A mano y con todo tipo de materiales, fundamentalmente corcho blanco para los decorados, que modelan a mano con distintos grosores y densidades. «Se utiliza para hacer las montañas, las casas, las ventanas, las escaleras o las puertas puesto que todo se construye. Después se recubre con yeso, se pega con colas y se pinta adecuadamente imitando madera o piedra. También se hacen ríos con agua natural o artificial, empleando siliconas o plásticos, con tanta perfección que a un metro de distancia no se aprecia si el agua es natural o no», señala Cánovas.

En cuanto a la vegetación que adorna los belenes, la mayoría es artificial para que dure un mes pero también utilizan pequeños troncos, ramas e hierbas secas que pintan de verde, «así como mimbres, cordeles o cajas de fruta que reciclamos de los contenedores para las balconadas, miradores, norias o pérgolas. Porque el belén es arte e imaginación».