El gasto de los compradores españoles en productos falsificados podría alcanzar los 3.000 millones de euros al año, según el director general de la Asociación para la Defensa de la Marca (Andema), Jose Antonio Moreno. El anuncio se han realizado a partir de un estudio elaborado hace dos años por Andema junto con la Oficina de Armonización del Mercado Interior (OAMI), según el cual se calculaba en mil millones el volumen que los españoles reconocen gastar en falsificaciones.

Esos 3.000 millones de euros salen, según Moreno, de «la economía real, que crea puestos de trabajo, que alquila locales, que paga impuestos» y que con todo ello fomenta «el círculo virtuoso de la riqueza». Por contra, el dinero gastado en productos falsificados «se va fuera» y se blanquea mediante delito fiscal o contrabando y de esta manera «sale del circuito de la riqueza, lo que significa que somos todos más pobres».

El director de Andema ha apelado a la responsabilidad del consumidor porque con «sus 20, 30, 40 ó 50 euros» de compras en productos legales está moviendo la economía y posibilitando empleos en el comercio y en la industria y en la comunidad autónoma. Moreno ha insistido en el consumo responsable, que además permite la compra en productos locales de marcas desconocidas «tan buenos o mejores" que otros.

Por su parte, Eel presidente de la CECU, Fernando Móner, ha asegurado que «en un alto porcentaje los consumidores españoles saben que compran productos falsificados pero no el impacto que ello puede tener» y ha advertido de que «todos somos responsables de esta actividad ilícita y todos debemos buscar soluciones».

Según los datos de dos sondeos «online» realizado a 500 familias españolas, el 25 % no sabe reconocer un producto falsificado frente al 15 % que sí; el 37 % que compra una falsificación sabe que lo es; el 83 % sabe que la compra de esos productos deteriora la economía del país porque no tributan impuestos y el 65 % sabe que no cumplen con la normativa.

Estos datos se han expuesto durante una jornada en Valencia, con la que arranca la campaña «VerdaderoOFalso» para concienciar a los ciudadanos sobre los riesgos que se asumen al comprar y usar productos falsificados. Todos los sectores productivos están afectados por la falsificación, especialmente el juguete, la piel, informática, perfumería y cosmética, han indicado las fuentes.

El Observatorio Europeo de las Vulneraciones de los Derechos de la Propiedad Intelectual de la OAMI y Europol presentaron hace unos meses los resultados del informe sobre la piratería industrial en la Unión Europea en el que advierten de que la fabricación de productos falsificados se ha disparado en suelo comunitario, siendo internet el vehículo más utilizado.

De momento, el informe no habla de datos económicos globales, pero los investigadores están trabajando ya en sectores concretos y, por ejemplo, ya se tienen cifras sobre el impacto de la piratería industrial en la fabricación de productos cosméticos con números que asustan. La falsificación de colonias, perfumes y cremas mueve en Europa al año unos 5.000 millones de euros, aproximadamente el 8% de las ventas totales.

Una actividad letal que ha hecho que en los últimos años se pierdan 50.000 empleos en Europa. Según datos de la Conselleria de Sanidad, en la Comunidad Valenciana existen 128 laboratorios registrados y legales que mantienen 3.700 empleos, que pueden verse amenazados si no se frenan las falsificaciones.

Aunque la mayoría de los productos falsificados que hay en circulación en Europa siguen fabricándose fuera de la UE (China y Turquía), y eluden la detección en sus fronteras exteriores, la investigación realizada para elaborar el informe pone de relieve que la fabricación interna comunitaria va en aumento, con casos localizados en Bélgica, España, Italia, Polonia, Portugal, la República Checa y el Reino Unido.

Esta producción interna a gran escala de productos falsificados en la UE se está convirtiendo en un negocio cada vez más rentable para las bandas y organizaciones de delincuencia organizada. Se ha comprobado que los falsificadores, que operan con unos riesgos significativamente menores, tienen vínculos con otros tipos de delincuencia, como el tráfico de seres humanos (en especial, para la explotación laboral), así como con otros grupos delictivos originarios de distintos países de dentro y fuera de Europa.

El medio más habitual para facilitar la distribución de estos productos falsificados es Internet. Los sitios de comercio electrónico atraen la atención de los consumidores por los precios, la disponibilidad permanente y la entrega directa que ofrecen. Algunos sitios web tienen una calidad tan elevada que compiten con la de los de los titulares de los derechos.