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Apellidos Alicantinos: Pascual

Plebeyos honorables

El apellido proviene del valle de Zárate, señorío de Vizcaya (actual provincia de Álava)

Charla en el Ateneo. Ángel Pascual Devesa, el primero por la izquierda. ARCHIVO MUNICIPAL DE ALICANTE (AMA)

Este apellido patronímico, derivado del nombre propio Pascual, tiene sus raíces en el valle de Zárate, señorío de Vizcaya (actual provincia de Álava). Allí nació en 1210 el caballero Juan Pasqual, quien se estableció en Cataluña y sirvió al rey Jaime I de Aragón en su conquista del reino de Valencia.

En sus Trovas (hacia 1276), mosén Jaime Febrer cuenta del caballero Juan Pasqual: «Su sangre y valor son bien conocidos; su antiguo hogar está en Vizcaya. Estuvo en Jijona, donde se quedó cuando la ganó el Rey; y hoy vive en Alicante, disfrutando de sus premios y honras; pues pública es la fama de sus proezas».

Su escudo de armas era un cordero andante sobre campo de sinople abrazado a una bandera blanca con una cruz de gules al modo de Montesa, sobre una fuente de la que sale un caño de agua, y una bordura de oro con una inscripción en azur que dice: «Sub cuyus pede fons vivus emanat».

Falleció en 1268, dejando como heredero a su primogénito Francisco (1231-1290), hijodalgo y caballero. El linaje continuó con los sucesivos primogénitos: Jaime, Berenguer, Juan y Pedro. El primogénito de este último, Francisco, se casó con Constanza French, con quien tuvo tres hijos.

La familia Pasqual fue creciendo rápidamente en la ciudad de Alicante a través de otras ramas derivadas de vástagos no primogénitos

Fueron los tres hijos de Francisco Pasqual y Constanza French quienes añadieron a su primer apellido otros que sirvieron para distinguirles a ellos y a sus descendientes: Guillem Pasqual del Pobil y French, Tomás Pasqual de Bonanza y French, y Pedro Pasqual de Ibarra y French. Posteriormente fueron componiéndose otros apellidos compuestos: Pasqual de Riquelme, de Orán, de Verónica, etcétera, quedándose el de Pasqual o Pascual a secas como un apellido plebeyo, que será el que seguiremos a partir de ahora, dejando los demás para otra ocasión.

Pasqual o Pascual

El apellido se escribió indistintamente Pasqual o Pascual casi desde el principio. Si bien era Pasqual la forma primitiva, muy pronto apareció la de Pascual. En el acta de insaculación de 1493 (elección para un cargo público mediante extracción del nombre de un saco, cántaro o urna) aparecen 13 Pasqual y un Pascual. A partir de entonces ambas formas convivieron durante siglos en numerosos documentos y todavía en la prensa de la década de 1900 se encuentra este apellido escrito de las dos maneras.

Pero volvamos ahora a finales del siglo XV, concretamente a 1490, año en que se le otorgó a Alicante el título de ciudad. Según el cronista Viravens, Pascual era entonces uno de los 44 apellidos de caballeros «procedentes de casas nobilísimas».

Aunque los Pasqual aristocráticos y de apellido compuesto ocuparon durante generaciones muchos de los cargos municipales de la ciudad, también algunos de los Pascual a secas hicieron carrera política o lo pretendieron.

En las Cortes de Aragón que se reunieron en Monzón en 1543 y 1547, fueron como representantes del Concejo alicantino los síndicos Tomás Pascual y Pedro Pascual, respectivamente.

También ocuparon cargos municipales Jacobo Miguel Pasqual (1562 y 1563); Jaime Pascual (1564); Antonio José Mingot Pascual (1558 y 1591) y su hermano Nicolás (1567 y 1572); Guillem Juan Pasqual (1569); y Luis Pascual (1594). El 7 de febrero de 1518, en el acto de entrega del santuario de Santa Verónica a la orden franciscana, estuvieron presentes Jaime y Juan Pascual como jurados de la ciudad.

Viravens cita como hija célebre de Alicante a sor Eugenia Pasqual, que precisamente era monja clarisa en el monasterio de Santa Verónica. También hubo un fray Gerónimo Pascual, que testó el 11 de noviembre de 1509. Y el 25 de septiembre de 1569, Melchor Pascual, vicario foráneo de San Nicolás, recibió las reliquias de San Nicolás de Bari y de San Roque traídas desde Roma.

Miguel Pascual fue uno de los alicantinos que participó en la batalla naval de Lepanto (1571), consiguiendo volver vivo. Y, al menos entre 1491 y 1504, hubo un notario alicantino que se llamaba Guillermo Pasqual.

Guillén Pascual, que era jurado en 1600, fue excomulgado temporalmente por el obispo de Orihuela durante la polémica que enfrentó a éste con el Concejo alicantino, a causa del nombramiento de concatedral, título al que aspiraban las dos parroquias de la ciudad: Santa María y San Nicolás. Por cierto que otro Pascual, Pedro, formó parte del primer cabildo de la colegiata como procurador.

En 1655 había un Alejandro Pascual abogado y al menos entre 1680 y 1705 un notario llamado Victoriano Tredós y Pascual, que ocupó el cargo de escribano municipal (secretario del Ayuntamiento).

Luis Pascual y Canicia era sargento mayor de la plaza de Alicante cuando ésta fue duramente bombardeada por la escuadra francesa en 1691. Catorce años antes ya tenía dicho oficio y se presentó voluntario para dirigir el buque que el Concejo alicantino había fletado con víveres para la guarnición de Orán.

El Setecientos comenzó con los festejos del primer centenario de la elección de la colegiata de San Nicolás. Se celebró un certamen poético en cuyo tribunal estaba Tomás Pascual Pérez de Sarrió, auditor de la capitanía general.

En 1735, Miguel Pasqual era el guarda de la renta de la pólvora; en 1752, Carlos Marquina Pascual era el administrador y juez real de las aguas del pantano de Tibi y del riego de la huerta; y un año antes, en 1751, Nicolás Escorcia Pascual figuraba como comisario en el «Libro del Manifiesto del vino», si bien en 1761 ya había sido ascendido a fiel de la puerta.

En este siglo aparece el primer promotor-constructor propiamente dicho del que tenemos constancia, una de las profesiones preferidas por los Pascual alicantinos. Se trata de Marcos Pasqual Mingot, que en 1737 compró un solar del arrabal de San Francisco, para construir casas sujetas a un censo de 143 libras.

Rafael Pasqual participó como regidor de fiestas en la procesión de la Santa Faz que partió de la parroquia de Santa María el 16 de mayo de 1845.

Antonio Pascual era el cargo municipal que controló el pago de la contribución extraordinaria a mediados de 1860.

José Pascual Porcel era miembro de la comisión de venta de propiedades y derechos del Estado, dependiente del Gobierno Civil, en 1869 y 1874; elegido diputado provincial por el distrito de Pego en 1875, fue ascendido a vicepresidente de la comisión en 1883 y nombrado depositario municipal al año siguiente.

En 1811 había un arquitecto llamado José Pasqual y en 1821 un albañil Antonio Pasqual. Pero eran los contratistas quienes empezaban a hacerse cargo de la mayoría de las obras urbanas. Como Antonio Pascual, que construyó una casa en la calle Babel en 1853 y otras dos años después.

Agustín Pascual era maestro en 1847. En septiembre de 1894, Agustín Giménez Pascual presentó en el Gobierno Civil la documentación para publicar el semanario La Voz Federal, pero falleció el 2 de diciembre siguiente. Joaquín Pomares Pascual era profesor de música en 1875. Rafael Pascual era carnicero en 1856. Manuel Pascual fue editor del semanario Una Nube de Verano (1862-1863). A finales de siglo había otro periodista llamado Álvaro Pascual Leone. Y Miguel Pérez Pascual, que era sereno, pidió en 1869 que no se le rebajara el sueldo.

Solo hemos encontrado un militar con apellido Pascual en este siglo: el soldado de caballería Nicolás Pascual, quien fue arrestado por discutir con un paisano en 1854. También hubo un prófugo: Julio Fernández Pascual (1889).

Como vemos, la mayoría de los Pascual en este siglo tenían por lo general oficios bastante humildes. Los había incluso pobres de solemnidad, como Josefa Pascual, que pidió una subvención para lactancias en 1869.

Pero también los hubo con suficiente dinero como para hacerse construir cómodas casas de recreo en la huerta. Es el caso de Pedro Pascual Martínez, quien mandó levantar en el último tercio de siglo una gran casona en la finca que poseía en Villafranqueza. Ya en 1909, este Pascual y su esposa adoptaron a un expósito.

En 1903 había en la ciudad un notario llamado Joaquín Botella Pascual (1903); y una matrona, M.ª Consuelo Pascual, que ofreció en 1906 sus servicios para la atención de mujeres enfermas pobres.

Había dos médicos hermanos: Andrés y Ángel Pascual Devesa. Ambos formaban parte del Cuerpo de Beneficencia Municipal. El 24 de septiembre de 1921, Andrés obtuvo licencia para permanecer un mes junto al prestigioso Dr. Peña, en Madrid, y así ampliar sus estudios. Ángel merece una mención aparte debido a la importancia que adquirió como figura relevante de la sociedad alicantina.

También encontramos dos comerciantes: Emeterio Pascual Blay, que trasladó en 1930 su taller mecánico a la avenida de Aguilera, 14, y Jesús Raduán Pascual, que abrió en la calle Mayor, 7, una tienda de venta menor de aparatos de radio y discos.

Pero era ya sin duda la construcción el negocio preferido de los Pascual. Antonio Pascual Soler solicitó al Ayuntamiento durante las tres primeras décadas del siglo numerosas licencias para construir.

Otros contratistas de obras que trabajaron por aquella época fueron José Pascual Ferré (1911-1916), Rafael Pascual (1921-1924) y Santos Pascual Pérez (1923-1935).

II República

A finales de 1932 el Ayuntamiento alicantino aprobó la ampliación del consultorio de urología de la Casa de Socorro, nombrando como jefe del mismo al médico Andrés Pascual Devesa, ya mencionado.

Además del también antes mencionado Santos Pascual Pérez, otros constructores alicantinos solicitaron permisos de obras durante este período, como Vicente Pascual Cerdá, quien adquirió una parcela en la calle Saturnino Milego, sobre la cual construyó un edificio de cuatro plantas en 1935, y compró otra parcela en la prolongación de la calle Valencia al año siguiente.

También se dedicaba a la construcción, pero con especialidad funeraria, Joaquín Pascual Berenguer, que en 1934 solicitó permiso municipal para la colocación de lápidas en el cementerio.

En 1933, Ildefonso Montañés Pascual dirigió los dos números de Forja, una publicación quincenal editada por la Escuela de Magisterio.

En 1936, Gabriel Marqués Pascual abrió una farmacia con laboratorio.

Los hermanos falangistas Manuel y Santiago Pascual fueron fusilados el 7 y 13 de octubre de 1936, respectivamente. Al acabar la guerra civil, el Ayuntamiento cambió el nombre de la plaza Castellón por la de Hermanos Pascual.

Ángel Pascual Devesa

Nació en Finestrat el 12 de febrero de 1890, pero siendo aún niño vino a vivir a Alicante, donde su padre, Salvador Pascual Cabot, natural de Callosa d'Ensarriá, abrió una farmacia en la plaza de San Francisco (hoy Calvo Sotelo).

Tenía tres hermanos: Ana, Josefa y Andrés. Las hermanas trabajaron en la farmacia del padre, pero fue Josefa quien la heredó (por cesión en vida del padre) el 7 de mayo de 1927. Andrés fue médico de la Casa de Socorro, masón y republicano; murió el 25 de mayo de 1938 durante el llamado «bombardeo del mercado», hallándose en su domicilio.

Ángel se licenció en 1911 en la facultad de Medicina de Valencia, a los 21 años. Abrió su consulta en un edificio anexo a la botica de su padre, que hizo reconstruir en 1920 (entonces plaza Reina Victoria, esquina con las calles Sagasta y Teatinos).

Ganó plaza por oposición en el Cuerpo de Beneficencia Municipal, especializándose en puericultura. Estaba a cargo de los distritos del Casco Antiguo y Tabarca, por lo que semanalmente hubo de viajar varias veces a la isla. También hizo guardias en la Casa de Socorro, donde se ganó el respeto y reconocimiento general por su labor como primer puericultor de la beneficencia alicantina.

Fue inspector municipal de Sanidad y durante varios años atendió a los niños pobres en el Instituto Municipal de Puericultura, más conocido popularmente como Gota de Leche. También trabajó como médico de la RENFE, de la Fábrica del Gas y del Reformatorio de Adultos. Entre 1932 y 1935 presidió el Colegio de Médicos.

Casado con Vicenta Megías Medina, tuvieron seis hijos, pero solo cuatro alcanzaron la edad adulta: Tomás, Ángel, Josefina y Vicente. Los tres varones se licenciaron en Medicina.

Perteneciente a la burguesía progresista (poseía un chalé, «Villa Vicenta», en la zona de la actual Bola de Oro), fue miembro de la Logia Constante Alona (con el nombre simbólico de Asclepiades) y vicepresidente primero del Ateneo de Alicante, en 1930. En este mismo año fundó en la ciudad Acción Republicana. En marzo del año siguiente fue nombrado presidente de Alianza Republicana en Alicante y más tarde se incorporó a Izquierda Republicana, de la que fue presidente local.

Formó parte de la Comisión Gestora de Fogueres desde su creación en 1930, siendo elegido presidente en 1935. Cuatro años antes, había sido elegido presidente de la Foguera Plaza del 14 de Abril (Calvo Sotelo). Aficionado a la poesía y al teatro, colaboró en numerosos «llibrets» y creó, el 7 de septiembre de 1935, Fogueres de Alicante, antecesor del actual Boletín Fogueres. Mucho más corta fue la existencia de la revista La Festa, organizada con su amigo Eduardo Irles en 1936.

Colaboró con varios periódicos escribiendo artículos. Durante la guerra civil fue redactor de El Luchador.

Fue detenido tres días después de acabada la guerra civil y encarcelado en el Reformatorio de Adultos, donde él había estado trabajando durante años y donde había atendido, durante la contienda, a infinidad de reclusos, entre los que había religiosos y falangistas. Aun así, acusado de «apoyar a los gobiernos marxistas y masones», fue condenado por el Tribunal especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo a doce años de cárcel. Estuvo en penales de Chinchilla y Ocaña hasta el 26 de junio de 1948, fecha en la que la Dirección General de Prisiones autorizó su puesta en libertad condicional debido a su grave estado de salud.

Falleció en su chalé de «Villa Vicenta» el 20 de junio de 1950, a los sesenta años.

Recuperada la democracia, el Ayuntamiento alicantino puso su nombre a una calle en la partida de Vistahermosa. Y el 28 de noviembre de 2011 se le concedió el título de hijo predilecto de la ciudad a título póstumo.

Los tres hijos varones de este eminente médico y foguerer alicantino fueron médicos, especializados en aparato digestivo, otorrinolaringología y urología. Uno de ellos, Ángel Pascual Megías, tiene una calle con su nombre en la zona del Garbinet. También la tiene su hermana, Josefina Pascual Devesa, en la Playa de San Juan.

Posguerra

Finalizada la guerra civil, el comercio alicantino fue recuperándose lentamente. A ello contribuyeron no pocas personas apellidadas Pascual, que trataron de ganarse la vida abriendo comercios de muy variado género. Muchos de estos establecimientos consiguieron prosperar y mantenerse activos durante años.

Como decíamos, el sector de la construcción ha sido el preferido de muchos de los Pascual alicantinos, en cuanto a actividades económicas y productivas se refiere. Echemos un vistazo, aunque sea muy por encima, a las décadas de 1940 y 1950:

Sin entrar en detalles en cuanto a las obras realizadas por cada uno, mencionemos a Antonio Pascual Orts, cuya actividad más intensa la desarrolló entre los años 1939 y 1957, Antonio Sevilla Pascual (1941-1963), Juan García Pascual (1941-1962), José Soler Pascual (1944-1963), José Pastor Pascual (1950-1962), Rafael Pascual Bertomeu (1952-1963) y Felipe Bartolomé Pascual (solicitó permiso en 1963 para construir 33 viviendas y dos locales comerciales en avenida Novelda, 28). Francisco Bañuls Pascual construyó dos panteones, uno en 1961 y otro en 1963.

Mención especial merece José Aznar Pascual, uno de los mayores constructores alicantinos durante la posguerra. Entre otras obras, se encargó en 1940 de la demolición de la manzana de casas que permitiría la apertura de la Rambla hacia el puerto; en 1944 erigió un edificio de tres plantas en calle Pozo, 54; en 1949 construyó un almacén en Catedrático Soler esquina Alona y García Andreu; pidió licencia en 1958 para levantar un grupo de 70 viviendas en la carretera de Villafranqueza; otro grupo de 48 viviendas y 12 locales comerciales en la calle Sidi-Ifni, en 1960; y un edificio de diez pisos en 1963.

Hoy, en la ciudad de Alicante, según el departamento de Estadística del Ayuntamiento, hay censadas 1.570 personas con apellido Pascual. Apellidadas Pasqual no hay ninguna.

Algunas de las personas que hemos citado probablemente no nacieron en la ciudad de Alicante, pero ello no fue óbice para que se convirtieran, por su amor a esta tierra y echar raíces en ella, en auténticos y honorables alicantinos. Ángel Pascual Devesa es un claro ejemplo. Como él, otros Pascual vinieron de diferentes localidades de la provincia, como Miguel Romá Pascual, que fuera subdirector general de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Alicante (natural de Sella) o Carolina Pascual, la gimnasta oriolana que da nombre a una glorieta; o incluso de otras provincias, como Emilio Soler Pascual, historiador, escritor y expolítico, nacido en Barcelona pero residente en Alicante desde que era niño.

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