Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Chequeo a lo que comen los alicantinos

Menos chuletón y más lentejas de toda la vida

Cerca de 700.000 personas sufren sobrepeso en la provincia, debido al desorden de una dieta en la que se abusa de los embutidos y la carne, y no se cumplen las recomendaciones de tomar verdura y cereales a diario

La fruta y la verdura en general debe comerse a diario pero tampoco conviene abusar en la cantidad. ISABEL RAMÓN

¿Dieta Mediterránea? Estupenda, pero la mayoría de los alicantinos, como el conjunto de los españoles en general, está muy lejos de tener unos hábitos de alimentación similares a los que recomienda la Sociedad Española de la Nutrición Comunitaria, o la propia Organización Mundial de la Salud que hace un par de semanas sembraba la alarma y el cabreo de ganaderos y carniceros al advertir de los riesgos de comer carne en exceso y procesada. Algo que es cierto pero nada nuevo, como apuntan Aurora Norte y José Miguel Martínez, dietistas-nutricionistas del Gabinete de Alimentación y Nutrición de la Universidad de Alicante que coordina Rocío Ortiz. Un pequeño gran apéndice de la Facultad de Ciencias desde donde día a día tratan de hacer pedagogía sobre los beneficios de una comida saludable a los alumnos de nutrición y a la amplísima comunidad del Campus de San Vicente.

«¿Qué cómo comen los alicantinos? Pues mal, en general como todos los españoles. Suspenso claro, un 3 o un 4, no podemos poner una nota mejor», enfatiza Aurora Norte, que apela a variedad, el orden y la disciplina para mantener una alimentación sana. «No se puede comer carne todos los días, por supuesto, pero tampoco hincharnos a fruta o cenas copiosas cuando después te vas a ir a la cama a dormir y el gasto calórico es mucho menor, o abusar del sanísimo aceite de oliva», asevera Aurora Norte, que alerta de que lo que hay que comer «esporádicamente» son los fritos, los alimentos precocinados, los embutidos -el popular companaje alicantino- y las patatas fritas de bolsa acompañadas de cerveza o una coca-cola.

Manjares de un minuto que te llenan de colesterol, del malo, para toda la vida, y con ello el riesgo de sufrir un problema cardiovascular.

En la provincia de Alicante, según los últimos datos de la Encuesta Nacional de Salud sobre la Comunidad Valenciana, el 35,7% de la población adulta tiene sobrepeso (678.000 personas) y un 16,6% de ese colectivo le suma obesidad. Desde 1980, la obesidad se ha duplicado en todo el mundo. En 2014, más de 1.900 millones de adultos a partir de los 18 años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 600 millones eran obesos. En 2014, el 39% de las personas adultas de 18 o más años tenían sobrepeso, y el 13% eran obesas. La mayoría de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad se cobran más vidas de personas que la insuficiencia ponderal. En 2013, más de 42 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso. Los datos de la Organización de la Salud dejan meridianamente clara la alarma que ha saltado entre los endocrinos y nutricionistas de todo el mundo sobre un problema, que en porcentajes no ha crecido en los últimos años pero tampoco baja, por lo que cada vez hay más gente con problemas. En España en general y en Alicante en particular, por ejemplo, y según apuntan Aurora Norte y José Miguel Martínez, del Gabinete de Alimentación y Nutrición de la UA, el consumo recomendado de embutidos en una dieta saludable debe ser ocasional y se observa que el 18,4% de la población los consume a diario y el 47,5% a la semana. Conclusión: sólo un 30,6% de la población cumple las recomendaciones de la Sociedad Española de Nutrición.

¿Qué es el sobrepeso?

La Organización Mundial de la Salud define el sobrepeso y la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. El índice de masa corporal (IMC) es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros. Un IMC igual o superior a 25 determina sobrepeso. Superior a 30 determina obesidad. Hay que considerarlo, sin embargo, a título indicativo porque es posible que no se corresponda con el mismo nivel de grosor en diferentes personas. Por debajo del 18,5 es bajo peso y el estado normal es cuando el indice queda entre 18,5 y 24,9. Índices para una población sana de entre 18 y 65 años, según la OMS.

La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre las kilocalorías consumidas y gastadas debido a un aumento en la ingesta de alimentos hipercalóricos que son ricos en grasa, sal y azúcares pero pobres en vitaminas, minerales y otros micronutrientes, y un descenso en la actividad física como resultado de la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, y de los nuevos modos de desplazamiento.

A menudo, los cambios en los hábitos de alimentación y actividad física son consecuencia de cambios ambientales y sociales asociados al desarrollo y la falta de políticas de apoyo en sectores como la salud, agricultura, transporte, planeamiento urbano, medio ambiente, procesamiento, distribución y comercialización de alimentos.

Aurora Norte tiene claro el listado de los grupos de alimentos que deben comerse a diario, a la semana y ocasionalmente, pero también advierte de que todo debe hacerse con control y moderación. «No porque los cereales, la verdura, los lácteos o el aceite de oliva sean excelentes y de consumo diario se debe abusar de ellos y, por ejemplo, echar aceite de oliva sin control a la tostada y al resto de los alimentos». La dietista aconseja «comer carne cuatro veces a la semana, pero magra y cinco veces pescado, el alimento que menos se consume. ¿Huevos? Pues tres o cuatro a la semana. La tortilla de patatas, que es un frito, debe consumirse de manera ocasional», apunta la nutricionista. Un colectivo profesional cuya labor es cada día más importante, pero que, por ejemplo, sigue sin ser de obligada presencia en la Sanidad Pública.

El hervido y la carne a la plancha están muy bien... si no se abusa del aceite y la sal -«mejor comer la carne cocinada en guisos»- apuntan Norte y Martínez-y, sobre todo, hay que consumir con moderación los fritos y los embutidos. «Los fritos están directamente relacionados con las grasas «trans», la que producen el colesterol malo y hay que tomarlos con moderación, lo mismo que las patatas fritas de bolsa, donde tampoco sabemos muy bien qué aceite se utiliza».

La falta de tiempo, la incorporación de la mujer al trabajo y la publicidad que nos mete por los ojos los fabricantes de alimentos precocinados son algunas de las causas de que la personas hayan abandonado la costumbre de cocinar y controlar lo que se come. «Hay que hacer cinco comidas al día. Desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena, pero siempre con control. El pincho de tortilla a media mañana está bien un día, pero al siguiente mejor una pieza de fruta pero sin abusar», subraya Aurora Norte.

Lo normal y aconsejable es consumir entre 2.000 y 2.500 kilocalorías pero siempre controlando cantidades y los grupos de alimentos que se comen. ¿La dieta ideal? Orden, más verdura, fruta y cereales», apunta Aurora Norte, que advierte, de que «la cenas no deben ser copiosas. Hay que tener en cuenta que después nos vamos a la cama y el desgaste es menor no nulo».

En esto de la comida tampoco hay que ser talibanes. La demonizada comida rápida por su exceso de grasas e hidratos de carbono no tiene por qué descartarse del todo en las personas sanas, pero sí que conviene incluirla en el grupo de los «alimentos ocasionales» como lo son las carnes rojas como el cordero o el chuletón, controlando su peso, por supuesto. Según los expertos, un chuletón de los que quitan el hipo que se come un día determinado contiene en la mayoría de los casos la cantidad de carne aconsejada para toda la semana.

Y en cuanto a las dietas milagro, mejor ni mentarlas. «Cierto que se baja peso con rapidez. Al dejar de comer el cuerpo tiene sus mecanismos de defensa y se adapta a esa circunstancia. Pero en cuanto se abandona la dieta, la situación cambia radicalmente. Vuelves a comer, el cuerpo no reacciona, recuperas el peso anterior e, incluso, terminas ganando más peso, sobre todo si no haces deportes para gastar kilocalorías», explica Aurora Norte. ¿La advertencia de la Organización Mundial de la Salud sobre las carnes procesadas? No es nueva, pero tampoco está mal que se recuerde de vez en cuando.

Compartir el artículo

stats