Las personas queridas perviven siempre en el recuerdo, pero en torno a la festividad de Todos los Santos ese sentimiento se plasma en las visitas a los cementerios y en las flores que por unos días dan más color a las sepulturas. Puede parecer un topicazo, pero en absoluto lo es, dado que la tradición se repite año tras año y se sigue transmitiendo de una generación a otra. Y la escena se repetía ayer con toda intensidad en el camposanto municipal de Alicante.

Al igual que otros años, se notaba la diferencia entre los grupos familiares -y más si en ellos había personas jóvenes- y quienes acudían solos; estos últimos, en general, con un semblante más triste, quizá sintiendo el vacío dejado por el ser querido al que iban a honrar. Llamaba también la atención, una vez más, la presencia de flores en las sepulturas de personas que fallecieron hace más de 70 años, especialmente niños y jóvenes. Ha pasado mucho tiempo, pero su recuerdo sigue aún para quienes les conocieron. Se cumplía, de alguna forma, el mensaje escrito en la lápida de una mujer que murió en 1945 con 31 años: «Quererte ha sido fácil; olvidarte imposible». La sepultura lucía ayer unas flores frescas. Tampoco faltaban flores para los fallecidos en el bombardeo del Mercado Central en 1938, ni, cómo no, para el poeta Miguel Hernández.

En la zona de fosas individuales, otro hombre con un ramo en mano comentaba a otra mujer: «No los encuentro». «Ellos dirán que cómo nos vas a encontrar, si no estamos», le replicaba ella. Físicamente no estaban, pero en el recuerdo era evidente que sí, tanto ésos como otros muchos seres queridos.