En materia de ferrocarriles, la legislatura que termina quedará como la de la finalización y puesta en servicio de la línea de alta velocidad Madrid-Alicante, y del inicio de la revolución en las comunicaciones con el centro y norte de la península que esa infraestructura ha supuesto. Además, se ha ido trabajando con continuidad en la construcción del ramal desde Monforte del Cid a Murcia, que dará servicio a Elche. Sin embargo, esta elevadísima inversión en la alta velocidad -sólo la línea Madrid-Alicante, 1.920 millones de euros- no ha tenido su correspondencia en el ferrocarril convencional, que ha quedado completamente fuera de las grandes actuaciones en infraestructuras.

En la línea de Alicante a Murcia sí se han realizado algunas obras de envergadura, como el soterramiento del trazado a su paso por Orihuela, una nueva estación en San Isidro y algunas rectificaciones de trazado. Ahora bien, todo esto ha ido supeditado a la construcción de la línea de alta velocidad a Murcia. También la entrada a la estación de Alicante se ha soterrado, pero dentro del proyecto de la llegada de la alta velocidad a la capital. Por lo demás, la infraestructura de esta línea sigue siendo la misma, con una sola vía y sin electrificar. La frecuencia de paso de los trenes tampoco ha aumentado. Los servicios de cercanías de Alicante y Murcia han perdido 800.000 viajeros en dos años.

Asimismo, no se sabe nada del proyecto de crear servicios de cercanías hasta Villena, pese a que se había afirmado que se crearían tras la puesta en marcha del AVE a Alicante y el descenso del tráfico en la línea convencional. Sigue habiendo los mismos servicios de media distancia hacia Valencia y Albacete que antes de junio de 2013. Una fecha en la que, por otra parte, se aplicaron recortes muy duros en varias zonas de España, aunque la provincia de Alicante no se vio afectada por ellos.

Tanto las líneas de media distancia de Alicante a Valencia y Albacete como de Valencia a Alcoy superaron el baremo mínimo de cobertura de gastos de explotación establecido por el Gobierno para mantener los servicios existentes. Esto resulta especialmente llamativo en el caso de la línea de Alcoy, donde la dejadez sobre la infraestructura es palmaria y los reiterados anuncios de mejora nunca se cumplen. Sin embargo, los trenes mantienen una ocupación aceptable a pesar de todo.