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Superdotados intelectuales y talentosos

Alumnos que rompen el listón

Llega una campaña de la Plataforma de Apoyo a las Altas Capacidades

Alumnos que rompen el listón SERGIO FERRÁNDEZ

«El cerebro no madura del todo hasta los 21 años de edad y conviene ajustar la enseñanza a cada alumno según sus capacidades, no todos somos iguales. La educación que recibamos desde pequeños determina lo que seremos de mayores».

Las reflexiones del director del prestigioso Instituto de Neurociencias de la Universidad Miguel Hernández de Elche y del CSIC, Juan Lerma, resumen el sentir de los expertos sobre el devenir de los alumnos con un coeficiente intelectual más alto que la media o superdotados, aunque ya no parezca políticamente correcto un término que se ha sustituido por el de altas capacidades.

Los expertos apuestan porque estos chicos y chicas con coeficiente de inteligencia por encima de 130 -el común de los mortales arrojamos una media de 90 a 110- lleguen a sus cotas más altas de aprendizaje y que la sociedad aproveche su tirón, al tiempo que se les motiva. «Aprenden más rápido y pueden tirar, sin esfuerzo, de la clase. Si lo que se busca es igualar el nivel por abajo, el fracaso escolar aumenta», alerta Lerma.

Es la preocupación de la recién constituida Plataforma de Apoyo a las Altas Capacidades en la Comunidad, que acaba de lanzar este curso una campaña informativa en todos los centros para concienciar a padres y docentes de la necesidad de identificar y atender adecuadamente a estos alumnos en nuestras aulas.

Los propios protagonistas, alumnos de colegios, institutos y universidades de la provincia, hablan de sus capacidades sin tapujos. Todos ellos agradecen el plus de aprendizaje que se les ofrece en algunos de los centros para sacarles más partido y evitar que se aburran en clase, uno de los principales problemas al que se enfrentan.

Nada menos que el 40% de los chicos con más capacidades en las aulas de la Comunidad se han quedado en el camino de este progreso educativo a consecuencia de los recortes económicos. Concretamente entre los cursos 2012-13 y 2013-14 la cifra disminuyó significativamente, de 189 con los que se trabaja de modo específico, a 113.

«Los recortes han afectado mucho, teníamos esos grupos en el Instituto Villa de Aspe y ahora ya no». El director, Francisco Martín, confirma las cifras que arrojan las últimas estadísticas del Ministerio de Educación. Con 35 alumnos por aula y sin la posibilidad de desdoblar clases como antes de que subiera la ratio por decreto del Gobierno popular, la enseñanza personalizada ya no es posible en centros que la tenían.

«No es igual que con 25 alumnos. Antes podíamos hacer horas de laboratorio o talleres de idiomas y de informática siguiendo otro ritmo. Ahora tratamos de introducir algunas actividades y contenidos extra, pero sin profesorado ni planes específicos», abunda Martín.

Quizá por ello Pablo, María y Ana María, universitarios del grado de Ingeniería de las Telecomunicaciones, Sonido e Imagen, en la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Alicante, se sienten tan agradecidos por cursar sus estudios en uno de los exclusivos grupos ARA de Alto Rendimiento Académico que la Conselleria de Educación implantó en todas las universidades públicas de la Comunidad. «Estamos muy motivados, el ambiente es muy bueno. Personalmente quiero sacar matrículas de honor como en el instituto y ser un referente en clase», comenta Pablo Lledó.

Claro que llegar a esa meta exige por parte de la administración «mayores recursos», como subraya el catedrático de Psicología Evolutiva de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Alicante, Juan Antonio Castejón.

Capital humano

Enriquecer el currículum o pasarles de clase son las alternativas que se llevan a cabo en la enseñanza obligatoria, dependiendo de las posibilidades de cada centro, y es al llegar a la universidad cuando los superdotados «encuentran un ámbito de conocimiento específico más acorde con sus capacidades, y su rendimiento suele estar de acuerdo con lo esperado», precisa el catedrático.

El objetivo común debe ser «no desaprovechar el talento y retener y estimular a estos alumnos y alumnas para que se conviertan en capital humano que redunde en la mejora económica y social del país». Ahí es nada. Al decir esto Castejón mira hacia Cuba, Estados Unidos o China, donde se concede «tanta importancia a la identificación y educación de los superdotados intelectuales y talentosos».

Y es que ser superdotado no garantiza el éxito académico. El catedrático puntualiza que «el porcentaje de superdotados con bajo rendimiento escolar es muy similar al de alumnos con capacidades medias».

No están excluidos, por tanto, del fatídico 37% de fracaso que arrojan las aulas de la Comunidad. De ahí la campaña de la Plataforma.

Para evitarlo, este experto recomienda respuestas distintas para cada subgrupo de estudiantes, porque los hay que sobresalen en inteligencia general, otros en capacidad numérica y otros en la verbal, «no en ambas»; y quienes destacan por su alta creatividad o su rendimiento escolar. Siempre hará falta que «un experto actúe de mentor» para incentivar la capacidad de cada cual y compensar las debilidades.

Tomás Abellán es el encargado de incorporar esa enseñanza individualizada en el Instituto Pere Ibarra de Elche, uno de los pocos centros de Secundaria que ofrece una clase especial semanal con el propósito de que los jóvenes «cuenten con estímulos y no se aburran. Trabajamos la competencia científica para motivarles y que después estudien Ciencias», explica.

Desajustes

La profesora Alejandra González añade que «la diversidad favorece las relaciones sociales» y que los mejor dotados tiran del resto, enriqueciéndose todos, ya que la madurez emocional de estos estudiantes no siempre va acorde con su edad mental.

Su mentor también añade que «en nuestras clases semanales trato de proponerles experiencias que les llamen la atención y que no tengan una explicación clara, para que la extraigan ellos mismos en base a los conocimientos que tienen». Carla Candela Mollá ratifica que «los profesores suelen proponerme hacer más deberes que el resto, aunque aún así hay clases que se hacen pesadas y eternas porque se explican temas que ya conozco». A sus 13 años se siente más estimulada cuando «aprendo cosas nuevas», y sueña con trabajar en un quirófano. El instituto se plantea adelantarle un curso de forma gradual y experimental.

Aram González Belmonte, un año menor, ya sabe que quiere estudiar Ciencias del Deporte: «Me gustan los idiomas, y por eso escogí Francés como optativa, aunque mi especialidad son las Matemáticas».

El día a día de Marina Costa a sus 11 años «es normal, después del instituto voy a atletismo, inglés y pintura». Su madre, profesora de Inglés, le «anima a aprender, aunque mis padres no están encima porque saben que hago las cosas».

El científico Juan Lerma abunda que el desarrollo del cerebro lo marcan un componente genético y otro ambiental. «El que se desarrolle en un ambiente rico intelectualmente y con acceso a la información alcanzará mayores cotas. Lamentablemente, de una favela no saldrá un Nobel», sopesa.

Víctor Martínez, 10 años y con un nivel de inglés de 2º de ESO, cuenta que su hermana obtuvo el curso pasado un Premio Extraordinario de Bachillerato. «En el colegio jugamos todos juntos, pero me gusta mucho venir a la sala a realizar experimentos», dice. Está en el colegio público Luis Vives de Elche, que diagnostica la alta capacidad en 1º de Primaria y ha tomado buena nota sobre el estímulo de las altas capacidades en su día a día desde el año 2008.

La directora, Caridad Pomares, explica que «nuestro objetivo es que el alumno salga del colegio conociendo las estrategias para obtener información sobre sus propios intereses. Trabajamos actividades que les gusten e integren». Una hora semanal de ajedrez, búsqueda de información y un programa de estímulo de talento matemático se dirigen a los 440 alumnos, 14 de ellos diagnosticados y a los que se les ofrece atención más específica.

«Estoy elaborando la maquetación de un periódico», explica Sofía Chazarra a sus 11 años. Escucha gracias a un implante, ha conseguido ser subcampeona de España de Kárate y toca el violín. «También voy a gimnasia rítmica y clases de inglés. Saco tiempo para todo, también para jugar».

La evaluación psicopedagógica resulta primordial para encauzarles al éxito y Paula López concluye el sentir general de sus compañeros: «No me considero una niña especial, sino otra más, y me gusta ayudar a la gente». Enfermera o Fisioterapeuta, su meta.

Retos

Ya en segundo curso de carrera en la UA, a María Alfaro le desborda la alegría por formar parte de uno de los grupos de Alto Rendimiento. «Espero que me saquen todo el partido posible. Nos ponen continuamente a prueba porque el grupo es reducido, de 20 alumnos, y la atención es mayor. Se nota en el aprendizaje». Es precisamente lo que reclama la Plataforma de Apoyo a las Altas Capacidades desde el inicio de la enseñanza.

Estos universitarios dan al menos la mitad de las asignaturas en inglés, nivel B-2, superior al que adquieren en Bachillerato. «Abre más puertas, ¿por qué no aprovechar la oportunidad ya que aprendemos con más facilidad que la mayoría?», se pregunta Ana María Olmos. En el ecuador de su ingeniería confiesa que a veces, en el instituto, se aburría: «Me gusta que me pongan retos, así me obligan a trabajar más», concluye.

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