La concejala del Ayuntamiento de Alicante Marisol Moreno nunca pretendió menoscabar los cimientos de la Monarquía cuando llamó a los Borbones «asesinos», «hijos de puta» y «familia de vagos, estafadores, borrachos y asesinos». Las manifestaciones que difundió a través de Internet contra el anterior Rey y su familia iban dirigidas contra «el cazador de elefantes que posaba satisfecho, en la fotografía que ilustra el post, frente a un hermoso ejemplar de elefante abatido por diversión junto al mecenas de la cacería». Un hecho que se produjo cuando más arreciaba la crisis, «lo que provocó una honda indignación en amplias capas de la sociedad».
Esta explicación forma parte del recurso que contra el procesamiento de la edil por un delito de injurias a la Corona ha presentado su letrado, José Luis Romero, quien insiste en que las expresiones lanzadas por la representante de Guanyar Alacant lo son «contra el cazador inclemente de una especie amenazada», no contra el representante de uno de los pilares del Estado.
Para apoyar su petición de que se sobresean estas actuaciones contra Moreno, como ya hizo el magistrado en lo relativo a sus comentarios contra otros representantes públicos (que enmarcó dentro de la contienda política), el letrado recuerda que el incidente del elefante llevó incluso al entonces Rey a pedir disculpas al tiempo que alude al desprestigio de la institución, que conllevó su abdicación. «En dicho contexto es en el que deben situarse las expresiones de nuestra patrocinada (...) por entonces activista en muchas facetas de la vida social: animalista, feminista, defensora de los derechos de las diferentes orientaciones sexuales y, de añadido, cómica, autora y protagonista de monólogos críticos de corte político-social». Y alude al auto que el magistrado de la Audiencia Nacional José de la Mata dictó el mismo día que procesó a la edil, pero justo en sentido contrario: mientras acordaba seguir las actuaciones contra Moreno cerró la causa abierta contra al rapero Strawberry por un delito continuado de enaltecimiento del terrorismo al enmarcar sus manifestaciones en su particular concepción del arte y la cultura «expresándose, eso sí, desde una estética provocadora, irónica y sarcástica, buscando generar en los receptores perturbación, disconformidad o escándalo».
«Acaso considera el señor instructor que debimos acreditar el citado perfil artístico de la señora Moreno y no bastó para ello la declaración de nuestra patrocinada», precisa el defensor de Moreno quien cree, y así lo dice, que la faceta artística de Moreno le ha sido «indiferente», al magistrado.
Hace hincapié también Romero en el lenguaje del «exabrupto» que predomina en la redes, en los miles de comentarios que el asunto de la cacería provocó y en el hecho de que unas manifestaciones que, en algunos de los casos, se hicieron el 2012 y pasaron inadvertidas, nunca hubieran teniendo la relevancia que ahora se les ha dado de no haber resultado elegida concejal la ahora también procesada, algo que su abogado califica de «persecución penal».
