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Yo sobreviví a....

Pacientes de la provincia que han superado enfermedades muy graves narran su experiencia

Yo sobreviví a....

Las estadísticas dicen que sólo el 3% de los pacientes con cáncer de páncreas sobrevive más de cinco años tras el diagnóstico. Juan Carlos García va camino de entrar en este ínfimo porcentaje de afortunados que pueden decir que han sobrevivido a uno de los tumores más letales. «En mi caso todo se lo debo a mi mujer Yolanda, quien una mañana desayunando notó que estaba amarillo y me dijo de ir a Urgencias. Yo no quería porque me encontraba bien, pero ella insistió y accedí». Una semana más tarde García entraba en quirófano de la Clínica Vistahermosa para ser operado de cáncer de páncreas. Mes y medio de hospitalización, quimioterapia, radioterapia... de esto ya han pasado casi tres años y Juan Carlos sigue «limpio» y haciendo una vida completamente normal.

La insistencia de Yolanda se unió a la «buena suerte» -si es que en temas de cáncer se puede hablar de buena fortuna- de que el tumor estuviera creciendo en una zona muy concreta del páncreas de Juan Carlos. «Estaba localizado al lado del conducto que lleva la bilis y al crecer obstruyó este tubo y aumentó la bilirrubina, con lo que hubo una señal de alarma», señala Enrique de Madaria, médico adjunto de Aparato Digestivo en el Hospital General de Alicante.

De Madaria explica que la alta mortalidad de este cáncer se debe «a que en el 80% de los casos se detecta en una fase demasiado avanzada ya que es un tumor que se disemina muy rápido y los síntomas iniciales pasan muy desapercibidos». En EE UU se estima que en 2030 será la segunda causa de muerte por cáncer. Pese a ello, insiste De Madaria, «sólo el 1% de las becas oficiales se destinan a la investigación de esta enfermedad».

Junto al cáncer de páncreas, los tumores cerebrales son considerados como los segundos con mayor tasa de mortalidad «porque no se pueden resecar debido a la zona en la que están ubicados», según explica Nieves Díaz, jefa de Oncología del Hospital de Sant Joan y de La Vila. Le sigue el tumor de ovario, «que tampoco da síntomas y cuando se detecta ya está muy extendido». Según datos de la Asociación Española contra el Cáncer «aproximadamente un 44 % de las pacientes que sufren un cáncer de ovario en España sobreviven más de 5 años». Con todo, la jefa de Oncología de Sant Joan asegura que la sanidad pública de la Comunidad está a la vanguardia en el abordaje del cáncer. «Ya no es necesario marcharse fuera en busca de un tratamiento. A lo mejor hay técnicas muy concretas que en Alicante no aplicamos, pero para ello derivamos a los pacientes a Valencia».

En el caso de Ernesto Pérez no fue un cáncer, sino su corazón el que le puso al borde de la muerte con apenas 16 años. Su madre, Paqui Gomis, no puede evitar emocionarse cuando repite el diagnóstico que aparece en el parte médico de su hijo: «Muerte súbita recuperada».

En el caso de este joven de El Campello se puede decir que todos los astros se conjugaran para que siguiera viviendo. Y es que el fallo cardiaco apareció mientras participaba en una competición de remo en el puerto de Alicante en septiembre de 2014 y coincidiendo con la Volvo. «Ya estábamos llegando a meta y sólo recuerdo que le dije a mi entrenador que me estaba mareando. Lo siguiente es verme en el suelo y todo el mundo corriendo a mi alrededor y diciéndome que no me moviera». El primero en reaccionar fue el entrenador de Ernesto, «quien se dio cuenta de que no era un desmayo normal y en la misma barca comenzó a hacerle las maniobras de reanimación», explica Paqui Gomis. La barca fue llevada hasta un pantalán que se había instalado con motivo de la Volvo. «Allí estaba el padre de uno de los chicos que es médico y continuó con las tareas de reanimación». El milagro final llegó gracias a un desfibrilador que estaba instalado en uno de los barcos de la Volvo, que esos días estaban atracados en el puerto. «La primera descarga no hizo efecto», señala la madre de Ernesto, que fue testigo de todo lo que sucedió. A la segunda descarga lograron reanimarle y estabilizarle hasta que llegó la ambulancia y lo trasladó al Hospital de Sant Joan.

El servicio de Cardiología del centro diagnosticó una canalopatía, un defecto congénito que le provocó la muerte súbita. Ernesto Pérez tuvo suerte, pero «en el 90% de los casos el desenlace suele ser fatal», explica Vicente Bertomeu, jefe de Cardiología en el centro sanitario. En este sentido, Bertomeu hace un llamamiento «porque esta patología se puede detectar y poner los medios para que no desemboque en un fallo cardiaco». Los síntomas a los que ha que estar atentos, «tener antecedentes familiares de muerte súbita o que se sufra un síncope haciendo un esfuerzo fuerte».

Los cardiólogos colocaron a Ernesto Pérez un desfibrilador subcutáneo que tendrá que llevar de por vida. El aparato mide constantemente la actividad de su corazón como si fuera un electro y ante un nuevo episodio de muerte súbita emite una descarga similar a la de un desfibrilador. Por lo demás, este joven lleva una vida completamente normal, salvo que ya no puede practicar remo.

Marian Soriano deberá convivir toda su vida con una polimiositis infantil, una enfermedad crónica autoinmune que a lo largo de su vida le ha provocado varias crisis muy graves que le han dejado al borde de la muerte. Esta dolencia hace que los anticuerpos ataquen todos los músculos de su cuerpo, incluido el corazón. «Sufrí un brote muy fuerte a los 23 años y a raíz del tratamiento que un reumatólogo del Hospital General de Elche me aplicó tuve una infección generalizada que mudó en tuberculosis». Soriano fue derivada al Hospital General de Alicante con un importante fallo hepático a raíz de la infección.

Tras superar esta crisis, se puso en manos de la reumatóloga del Hospital General de Alicante, Paloma Vela, quien controla su enfermedad desde hace 10 años. «Desde entonces no he tenido nuevos brotes, aunque vivo con miedo siento que estoy muy controlada y que no tiene porqué pasarme de nuevo. Soy una persona muy positiva y eso ayuda». El último brote de su enfermedad le afectó también al corazón y a los riñones, por lo que ahora debe recibir diálisis tres días a la semana.

Paloma Vela explica que enfermedades autoinmunes como el lupus, las vasculitis y la enfermedad mixta del tejido conectivo no suponen en sí un peligro para la vida, «pero en situaciones agudas, el riesgo de mortalidad puede ser altísimo si no se trata de forma inmediata».

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