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Del agua mal depurada a la crisis de los pepinos españoles de 2011

Antonio Rico y Antonio Gil Olcina plantean que la elevada frecuencia de aparición del problema, aconsejaría la aplicación del Real Decreto 1620/2007, de 7 de diciembre, por el que se establece el régimen jurídico de la reutilización de las aguas depuradas, al efecto de garantizar sanitariamente la calidad del recurso utilizado para los distintos usos agrícolas, sobre todo para el riego de hortalizas.

La toma de agua en el Azud de la Marquesa para la conducción Júcar-Vinalopó está fuertemente condicionada por los retornos de riego y por los vertidos de aguas residuales depuradas. En este caso, el volumen de agua residual que recibe el Bajo Júcar asciende a unos 50 hm3/año, merced a los vertidos directos e indirectos que realizan unas 60 depuradoras. La presencia de coliformes en el agua del Bajo Júcar es por ello bastante habitual, como confirma la Red Integral de Calidad de las Aguas (ICA). Por ejemplo, de marzo de 1996 a marzo de 2014, dicha red analizó unas 100 muestras de agua del Azud de la Marquesa, destacando que en 38 de las muestras se superaron los límites de coliformes fecales que establece el Real Decreto de Reutilización de Aguas Residuales. «Regar hortalizas del Vinalopó con agua del Azud de la Marquesa constituye un riesgo del que podrían derivarse responsabilidades penales, si se produjera algún caso de contaminación», apuntan los catedráticos. «Cabe recordar el daño irreparable que ocasionó a la exportación española la alarma sanitaria generada por el brote de Eschericia Coli registrado en Alemania durante los meses de mayo a julio de 2011, que desencadenó la llamada crisis de los pepinos españoles, con pérdidas de más de 100 millones de euros», recordaron Rico y Gil Olcina.

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