Ocampo pintó un panorama económico poco halagüeño: «No vamos a vivir una economía mundial de alto crecimiento ni con un comercio mundial muy dinámico», dijo. Los mercados internos resultan por ello «más atractivos, pero padecen de una excesiva protección. Hace falta que se integren», sentenció. En la misma línea, para competir con los «monstruos norteamericanos», aboga por la integración y consolidación de los bancos europeos, pero aventura un panorama de «gran turbulencia, pendientes de las decisiones de la reserva federal estadounidense». Advierte por otra parte del «error» de haber obligado a España a hacer ajustes económicos tan fuertes, ve a la ONU «marginada económicamente» y urge una Justicia internacional.